A pesar del trajín de estos días yendo y viniendo de un lugar a otro para contar y celebrar el día del libro, he tenido algo de tiempo para leer (sí, sí, puedo afirmar que el mes que menos leo del año es abril, qué cosas).
Lo cierto es que en el blog de ElDecano.es recibí una recomendación de arrk animándome a leer La carretera, de Corman McCarthy (en Random House Mondadori) y tras hacerme con el libro me puse a ello. En cuanto comencé a leer no pude dejarlo y las últimas cien páginas (es un libro no muy grueso) las leí del tirón.
En algunos pasajes me recordó a un libro que leí hace muchos años, El señor de las moscas, de William Golding, pero creo que La carretera da una vuelta más de tuerca y nos muestra al ser humano en toda su crudeza.
Sólo el lugar donde transcurre la historia, el contexto, el paisaje, es estremecedor, y lo que más agobia de este elemento es su posibilidad, no parece imposible que algo así llegue a ser nuestro mundo. Y lo que menos importa es cómo se llega a ese punto (no quiero dar pistas), porque lo cierto es que un hombre y un niño viajan por un mundo terrible en busca de un futuro improbable.
Los personajes están envueltos en ceniza y en silencio y los diálogos son parcos y llenos de significados. El viaje hacia ningún lugar, hacia ningún futuro. La huida, el comienzo, el final.
A pesar de todo esto me parece un libro con un final optimista (dentro del pesimismo gris que contiene), con un destello de luz final.
El libro me ha encantado, me ha atrapado y lo he leído con verdadero placer (y en algunos momentos con algo de angustia).
Por cierto, importante también el lugar de los cuentos que cuenta el padre al hijo en varios momentos del libro:
[el hombre hizo un pequeño candil para que] "iluminara los largos crepúsculos grises, los largos amaneceres grises. Así podrás leerme un cuento, dijo el chico. ¿Verdad, papá? Sí, dijo el hombre" (p.13)
"Arrimó el fuego a la fisura de roca donde antes lo había encendido y colgó la lona detrás de ellos para que reflejara el calor y se sentaron en el refugio mientras él le contaba cuentos al chico. Lo que recordaba de viejas historias de valor y justicia hasta que el chico se quedó dormido en las mantas y luego él echó más leña al fuego..." (p. 40)
Así en varias ocasiones hasta que, más adelante, sucede el siguiente diálogo:
"¿Quieres que te cuente un cuento?
No.
¿Por qué?
El chico le miró y apartó la vista.
Esos cuentos no son verdad.
No tienen por qué. Son cuentos.
Sí, pero en esas historias siempre estamos ayudando a gente y nosotros no ayudamos a la gente.
¿Por qué no me cuentas tú algo?
No tengo ganas.
Vale.
No tengo ninguna historia que contar.
Podrías contarme alguna historia tuya.
Ya las conoces todas. Tú estabas allí.
Pero tienes historias dentro que yo no conozco.
¿Quieres decir sueños, por ejemplo?
Por ejemplo. O cosas en las que piensas.
Ya, pero se supone que las historias han de ser alegres.
No tiene por qué serlo.
Tú siempre me cuentas historias alegres.
¿No tienes ninguna alegre que contarme?
Son más bien como la vida real.
Y las mías no lo son.
No, las tuyas no." (p. 221)
En fin, un libro excelente y totalmente recomendable.
Más información sobre el autor, aquí.
Saludos
Bonita reseña sobre una novela maravillosa, tan llena de derrota y esperanza a la vez. La verdad es que yo últimamente leo muy poco (a causa de un problema que he tenido en la vista), pero he leido esta y me ha parecido sencillamente fabulosa. La película también lo es Pep, así que si no la has visto, intenta hacerlo. Merece la pena.
ResponderEliminarUn abrazo,
No soy muy amigo de ver películas de libros que me han gustado, pero si me la recomiendas no sé si podré aguantarme.
ResponderEliminarUn abrazo y cuida esa vista
Pep