miércoles, 31 de octubre de 2012

Camionero cuentista

La pasada semana estuve contando cuentos por varios municipios de las provincias de Jaén, Madrid, Ciudad Real y también en Guadalajara capital. La próxima semana tengo unas 14 sesiones de cuentos por varios municipios de la provincia de Huesca. Parece claro que este oficio mío implica, entre otras cosas, viajar. Y mucho.
Hace unos años, antes de la irrupción de la crisis y el desmontaje sistemático de la cultura, yo hacía una media de unos 60.000 km al año con el coche (a los que había que sumar otros desplazamientos en avión o tren, que no eran pocos) para contar cuentos, dar talleres, hacer visitas de autor, etc. En estos últimos años la cifra ha bajado (unos 40.000 km al año), pero sigue siendo notable.
Hace unos diez años que, como autónomo, imputo en mi cuenta de gastos como gasto necesario para ejercer mi oficio lo relativo al coche. De hecho, para que no hubiera ninguna confusión en ese sentido, tuve que comprar un coche "de empresa", diferente del coche "de uso doméstico". Es más, esto no podía ser si el coche de casa era pequeño (pongamos un "Saxo") y el de empresa grande (pongamos un "Passat"). Por eso me "obligaron" a tener dos coches grandes, uno para casa (pongamos un "Passat") y otro para la empresa (pongamos otro "Passat"). Y digo que hace años que esto va siendo así (y sin problemas) desde que soy autónomo. (Vamos, sin problemas para los señores agentes tributarios, que para mí es una triste gracia tener que pagar dos coches grandes, y sus seguros y talleres y gastos e impuestos... a veces da la sensación que trabajo para el coche).
Sin embargo ha llegado la crisis y con ella el notable afán recaudatorio por parte de las administraciones (no para dotar a las bibliotecas, no para mejorar las escuelas, no para incrementar los servicios sanitarios... sino para mantener a flote a los bancos y tapar sus vergüenzas) y ahora resulta que la Agencia Tributaria ha decidido que mi coche "de empresa" no es justificable, y por lo tanto, no es imputable como gasto en mi oficio.
Sin embargo, paradojas del destino, sí me puedo desgravar como gasto un billete de tren. Pero no la gasolina del coche que uso para ir a contar.
Quizás se piensan los señores agentes tributarios que yo voy todos los días a contar a Madrid y Barcelona con tan buenas comunicaciones y tan "baratos" transportes públicos. Que me expliquen los señores agentes tributarios cómo viajo la próxima semana de Cabanillas del Campo a Fraga (echen cuentas del tiempo y combinaciones de transporte, por favor, y de costes), y de Fraga (donde cuento en dos lugares bien distantes en la misma mañana) a Torrente de Cinca, y de allí a Alcampell, luego a Altorricón, pasando por Tamarite de Litera y Albelda y de nuevo a Fraga y de ahí a Borrastre para terminar el sábado en Fiscal. Todo esto con "fantásticas" combinaciones de transporte público "ideales" para poder moverse de un lugar a otro. Ah, y luego tengo que volver de Fiscal a Cabanillas del Campo intentando llegar el sábado antes de que mis hijos se acuesten, por ver a la familia y pasar un rato con mis hijos (la familia, esa cosa que tanto parece importar a los políticos de la derecha y que por eso, tanto miman -¿o era minan?).
Ahora mi coche no quieren que sea imputado como gasto de mi oficio y yo no consigo entender por qué. Invito a los señores agentes tributarios a que se vengan conmigo la próxima semana de ruta, lo mismo salir de su despacho les hace ver las cosas de otro modo.
Sí, somos pocos contando en España, pero este oficio nuestro existe y es especial: hacemos muchos kilómetros, como los camioneros o los taxistas, e igual que ellos necesitamos un vehículo de empresa que nos lleve y nos traiga (con nuestra carga de cuentos). Pero es que además: creamos como los escritores, estamos frente a un público como los actores, preservamos textos antiguos como los archiveros, desvelamos lecturas como los bibliotecarios, educamos como los maestros, contamos historias como los directores de cine, divertimos como los payasos, hacemos magia con las palabras como los magos (¿o era malabares como los malabaristas?), emocionamos como los músicos... Sí, el nuestro es un oficio muy raro. Pero existe. Al menos de momento.
Y si estamos pagando religiosamente nuestros autónomos y nuestros impuestos (un 42% antes de abrir la boca para contar), entonces también será justo que podamos desgravarnos, como hasta ahora, los gastos que nuestro oficio conlleva. Digo yo. Y entre ellos, el coche. Digo yo.
Mientras tanto, así seguimos: los señores agentes tributarios erre que erre y sin ganas de devolverme lo que me corresponde según mi declaración de 2011 (es decir, la renta de 2010) y yo atónito sin entender nada. O entendiendo mucho. Y yendo día sí y día también a hablar con mi gestor y siguiendo con los recursos que la ley permite. Por eso escribo este post, y por eso quiero avisar: pienso agotar todas las vías legales. Me cueste lo que me cueste. No es una cuestión de que me devuelvan más o menos dinero de la renta de 2010. Es una cuestión de dignidad, de amor propio. Un acto de pura resistencia.
Saludos

6 comentarios:

  1. Alto y claro, hermano Pep, bien algo y bien claro!! Estamos contigo!!
    Un abrazo de carretera!!!
    Alexis

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  2. En Galicia, hace ya varios años que dejaron de desgravarnos los gastos del coche y de gasolina solo el 50 % del consumo empleado en cada trayecto (es decir calculando kilometraje) He presentado varios recursos y aunque me dicen que es en vano, lo sigo haciendo. Y creo que es el camino. Hay que resistir como sea. Un abrazo

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  3. No tienen vergüenza. A mí me llamaron esta misma semana de Hacienda para pedirme un documento que, según me explica mi asesor, no es necesario presentar en caso de retenerte el IRPF en la misma factura (que es lo que hago yo). Y me dejaron clarito que si no lo presento me sancionan (económicamente, claro está). Ya no saben de dónde sacar...

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  4. Gracias Alexis, Sole, Inés.
    Al principio, Sole, me permitían desgravar el 50% de mi coche "doméstico", pues era el que usaba para todo. Pero luego eso se acabó y por eso me "obligaron" a comprar otro coche "grande" para empresa. Coche que voy pagando también religiosamente y cuyos plazos me suponen un verdadero esfuerzo en estos días.
    En fin

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  5. Lo más triste de todo es que cosas como estas no nos sorprendan ya.
    Un abrazo.

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  6. Lo más sorprendente es la irracionalidada intencionada de estos príncipes de la recaudación; la desvergüenza manifiesta de ir a por la gente, independientemente del daño que causen o de los aprietos en los que la coloquen y olvidarse realmente de quienes tiene mucho y además es notorio que ocultan y evaden. Y lo peor de todo es que tu caso es tan evidente que podría entenderlo un niño; por tanto, ¿cuánta maldad esconden estos tipos que no quieren darse por enterados?
    Un abrazo. Mariano

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