viernes, 7 de junio de 2013

Un Maratón de vídeo

Hace años que se celebra el Maratón de los Cuentos de Guadalajara, una fiesta de la palabra dicha que es, sin lugar a dudas, una de las fiestas más importantes de la ciudad de Guadalajara y un evento de relevancia internacional en el ámbito de la narración oral.
La peculiaridad del Maratón, cuya historia podéis leer aquí, es que la ciudad (los ciudadanos) se ha apropiado de esta fiesta que asume como propia y que celebra con dedicación y empeño todos los años, un empeño que es la suma de muchas voluntades individuales: el Maratón no sería sin la gente de Guadalajara, no sería con la suma sola de administraciones y Biblioteca y Seminario. Sería otra cosa.
En esta fiesta el gran protagonista es el cuento contado, su celebración ininterrumpida durante cuarenta y seis horas. Quizás el Maratón en sí no sea un espacio propicio para que el cuento suceda de manera óptima, tal como le he oído decir en varias ocasiones a Federico Martín Nebras, acaso tiene algo de "antinatural" este afán de acumulación de minutos y horas de cuentos contados (desde luego no conozco de otro lugar en el que suceda o haya sucedido algo semejante), ocurre además que algo tan humano como el cuento, tan a su medida, se desborda en esta celebración y lo supera (sí, tampoco conozco a nadie que haya podido asistir a las 46 horas completas de cuentos).
Pero sea como fuere, el Maratón de los Cuentos se ha convertido en una fiesta de celebración del cuento contado. Cuentistas, público y cuentos se mantienen en todo momento, y el hecho narrador puede suceder entre orejas y palabras, entre corazones, que se van turnando mientras la rueda de cuentos sigue girando.

Ocurre además que esta oralidad que ha sido siempre tan cercana al ser humano: por la necesidad de alimentarnos de ella, de preservarla en la propia memoria, de contarla y escucharla en grupo... se expande en estos tiempos por nuevas vías, por nuevos caminos: los cuentos contados llevan cientos de años siendo recogidos y pasando al formato libro y, más recientemente, en vídeos y audios, también hay muchas experiencias de cuentos con contados en la radio, por televisión, por canales de vídeo en la red (canal Narradores en YouTube), a través de APPs (TeCuento), por teléfono... Cada uno de estos caminos utiliza sus herramientas, recursos, técnicas... en ocasiones completamente diferentes (¡y contrarias!) a las de la propia oralidad; o precisa de profesionales de otros ámbitos para manejar adecuadamente esos lenguajes (cámara y edición de vídeo; editor crítico en los libros; técnico de sonido en las grabaciones...). Y acaso, como sin querer, cada uno de estos pasos nos aleje más y más de su propia esencia: algo tan sencillo como que alguien cuenta un cuento a alguien que escucha.
Digo esto porque la oralidad es efímera, fugaz. El vuelo de la palabra dicha escapa y queda su recuerdo. Y sobre todo la oralidad vive en el presente. Además ocurre que el valor de la oralidad está anclado al contexto, y descontextualizarla significa perder mucho de lo que la palabra dicha es en ese momento.
Por eso pienso que todo lo que vaya restando a la esencia de la oralidad la achica: si se saca del presente, si se descontextualiza, si se articula en espacios que no son propios, la palabra dicha se va diluyendo y lo que queda es otra cosa. Hay estupendos vídeos de personas que cuentan cuentos, hay fantásticos libros recopilatorios, hay interesantísimas propuestas en cedés... pero no se equivoquen, eso es otra cosa.

Todo esto viene a cuento de que el próximo Maratón de los Cuentos de Guadalajara va a ser grabado en vídeo y colgado en la web del SLIJGu. La cuestión de la grabación ha servido para que haya un interesante debate en las listas de cuentistas y narrantes reflexionando sobre ello, posturas a favor y posturas en contra, argumentos muy elaborados e interesantes. Y es que a todo lo anteriormente dicho hay que sumar que en el Maratón de los Cuentos de Guadalajara hay muchos cuentistas profesionales que aportan su granito de arena para edificar este castillo, cuentistas que a veces cuentan tras muchas horas de cansancio acumulado o no en las mejores condiciones y que, para ellos, un vídeo a deshoras no tiene por qué ser algo de interés; o cuentistas que confían plenamente en el Maratón y sienten que éste mima la palabra dicha; o cuentistas que piden una y otra vez que en sus espectáculos de narración oral no se grabe (como sucede en cualquier teatro, por ejemplo); o también cuentistas que consideran que el valor del Maratón trasciende de la oralidad para ser un gran espectáculo del cuento contado, una promoción a nivel mundial de este oficio nuestro y que todo lo que sume en esa dirección será bienvenido.
Mucho debate, mucho, y muy enriquecedor. Un debate que nos recuerda a aquel otro que hubo hace apenas tres o cuatro años cuando una radio grabó y colgó en la red todo el Maratón sin pedir permiso (este año nos piden permiso para grabar, cosa que agradezco). O ese otro debate que suele haber los últimos años por esa enorme pantalla tan ruidosa (léase con tanta presencia) en la que los cuentos se van transcribiendo simultáneamente y que es en sí una paradoja (esa oralidad que se lee).

Puedo entender que un evento de estas dimensiones tenga la tentación de entrar en la red y en la difusión continua y global que permite. Pero me entristece que suceda porque se trata simple y llanamente un nuevo espacio engullido por las pantallas. Y, acaso, un espacio menos para vivir la oralidad, para disfrutar de la palabra dicha (esa que sabe a pan recién hecho y que te toca, de verdad te toca). Y no cualquier espacio.
Eso sí, a partir de ahora ya no hará falta ir al Palacio del Infantado, podrán ustedes disfrutar del Maratón de los Cuentos de Guadalajara desde los salones de sus casas. Todo el año incluso. Es más, no hará falta contar cuentos en muchas casas: será suficiente con darle al play. Quizás en próximas ediciones también podremos contar vía Skype. Quién sabe, las posibilidades son infinitas.
Aunque ya saben que eso, que esto, opino, es otra cosa.
Saludos

PD: Días después de esta entrada en mi blog se publicó este artículo en CulturaEnGuada continuando con el debate. Muy interesante.

3 comentarios:

  1. Pep, la verdad es que me ha puesto los pelos de punta...

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  2. Entiendo que hayan caído en la tentación, pero me entristece. Habría que ver qué tipo de vídeo se proponen hacer, quién sale beneficiado, ¿el cuento? ¿la narración oral? Yo creo que no es ni legal reproducir todo el Festival sin la aprobación de TODOS los narradores. ¿Había ocurrido antes? Estrella

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    1. Hola Estrella, para que te graben debes dar tu aprobación por escrito. Al menos eso está bien preparado. En cuanto al tema de si había ocurrido antes, sí, algo parecido pasó cuando una radio grabó todo el maratón y sin pedir permiso a nadie lo colgó en su web. Hubo bastante trifulca y al final lo quitaron. Aunque desde entonces todos los años lo han mantenido en la web un mes, sólo un mes. Al menos en abierto. Y en ninguna ocasión han pedido permiso para grabarlo ni colgarlo.
      Saludos

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