domingo, 2 de octubre de 2011

El viejo juez

Acabo de terminar de leer El viejo juez, un libro de Jane Gardam, traducido por Victoria Malet y Caspar Hodgkinson, publicado por Salamandra. El libro me lo recomendó Mariona de Tamarite de Litera: garantía de buena lectura.
Y así ha sido. Esta novela me ha hecho pasar unos buenos ratos de lectura (aunque también he de deciros que no es la novela de mi vida): es un libro muy entretenido, que engancha desde las primeras páginas y que nos cuenta la historia de Teddy, Eddie, Edward o Filth (muchos son los nombres que recibe el protagonista), el viejo juez que regresa de Hong Kong al Reino Unido para pasar los últimos años de vida.



Especialmente me han interesado dos cosas de esta novela, por un lado la manera aparentemente desordenada de recuerdos que se agolpan e inundan momentos del presente (del protagonista) y que creo que funciona de una manera muy cercana a la memoria real, a nuestra memoria: vínculos entre instantes y recuerdos que esos instantes nos evocan, de forma desorganizada, inesperada, a veces sobrecogedora. Esta manera de anudar recuerdos y presente del protagonista articula la novela que, a modo de patchwork (o, si me permiten un juego de palabras: patchword), nos va dando el dibujo de una vida y, sobre todo la hondura, la complejidad, que se esconde detrás del aparente anodino pasar de los días de este juez.
Una novela elaborada, como el propio protagonista dice en un par de ocasiones, a partir de la memoria y el deseo (lo que somos -hemos sido y nos hace ser- y lo que anhelamos -motor de lo que seremos).
Por otro lado me ha interesado un tema del que había leído poco: los huérfanos del Imperio. Pues sir Edward, el protagonista, lo es. Una figura histórica real la de los huérfanos del Imperio que en esta novela conocemos con toda su crudeza.
En suma, una novela interesante y muy entretenida. Si tenéis oportunidad animaos y dejaos llevar por su historia.
Un saludo.

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