martes, 11 de octubre de 2011

La piel fría

Acabo de terminar de leer La piel fría, de Albert Sánchez Piñol, publicado por Quinteto (versión en bolsillo de Edhasa). Este libro me lo recomendó también Mariona (de Tamarite), como unos cuantos de los últimos títulos aquí reseñados.


La verdad es que de todos los libros que he leído en estos dos últimos meses (que no han sido pocos), este ha sido, sin duda, uno de los que más me han gustado. La propuesta, en las primeras páginas, es muy muy sugerente: el protagonista va a una pequeñísima isla a ocupar el puesto de oficial atmosférico. La isla está lejos de toda ruta comercial y muy al sur (próxima a la Antártida), es decir, aislada (una isla aislada, vamos), muy aislada. En esta isla de algo más de 1 km. de diámetro viven dos personas: el técnico en señales marítimas (el farero) y el oficial atmosférico (el que debe tomar nota del devenir meteorológico para que quede constancia de ello). Y viven juntos y aislados del resto de la humanidad un año completo (hasta la llegada del relevo en otro barco).
Uno empieza leyendo esto y sospecha que se va a tratar de un libro con una trama psicológica interesante, una mezcla entre El señor de las moscas y El disputado voto del señor Cayo. Pero no, no es así. Porque todavía no te has instalado en la isla, todavía no te has sentado en el jergón de tu pequeño habitáculo cuando el mundo se pone patas arriba y lo que hasta ese momento era la vida, deja de tener sentido.
La novela pasa entonces a un nuevo nivel de ficción, nos encontramos en territorio de Lovecraft quizás: misterio, intriga, algo de terror...
Y nos vemos obligados a vivir (a sobrevivir) en el faro, en un territorio de pesadilla donde la supervivencia es la única verdad. Pero la cosa no queda ahí, porque lo que sucede afuera afecta por completo a lo que sucede dentro del faro y las relaciones entre quienes lo habitan. Las aventuras (nocturnas y en el barco encallado de los portugueses) arman el centro de la trama mientras un hilo narrativo nuevo surge para alterar toda la historia: el amor. El amor o el deseo o la piel (fría, caliente) que toca piel y convierte el deseo en amor.
El amor que nos humaniza, que humaniza a los otros. El amor que da esperanzas. El amor que nos hace confundirnos y equivocarnos y salvarnos... o no.
Y como guinda final la circularidad de la historia: no hay nada nuevo bajo el sol... dice el protagonista en un mundo completamente insólito.
Un libro en verdad extraordinario, que he devorado (o me ha devorado) en apenas dos días y que me ha hecho disfrutar muchísimo de la lectura. Un verdadero placer que os recomiendo encarecidamente.
Saludos

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