Hace algo más de un año que Ana, una amiga muy versada en libros y LIJ, me trajo un libro para que leyera. Me lo recomendó encarecidamente, con mucho empeño, de tal modo que aunque estaba en inglés me apliqué al cuento. Y me gustó mucho (a pesar de mis limitaciones en los matices y sutilezas del texto en inglés). Mucho. Por eso cuando vi el otro día que Ekaré acaba de publicar este libro en castellano me llevé una gran alegría y, después de leerlo y releerlo y compartirlo, aquí va esta breve nota.
Acabo de terminar de leer La jardinera, un cuento escrito por Sarah Stewart e ilustrado por David Small, con traducción de Isabel Tenhamm. Publicado por Ekaré.
El álbum nos cuenta la historia de Lydia, una niña que tiene que dejar su pueblo y su familia porque sus padres no tienen trabajo y pasar una temporada en casa de su tío. La niña, gran aficionada a las plantas, acaba por llenar de color los días de su tío y de los empleados y clientes de su panadería.
El libro tiene un valor añadido (formalmente), pues no es habitual hablar de un álbum ilustrado que pertenezca al género epistolar.
La historia, llena de pequeños detalles y sutilezas (que se leen o que se ven en las ilustraciones), nos muestra sobre todo a un personaje fantástico, Lydia, una niña que se define como "pequeña pero fuerte", y que, además, es entusiasta, optimista y muy trabajadora. Lydia nos recuerda mucho a otro gran personaje de la literatura actual: el hombre que plantaba árboles, el protagonista de la fábula de Jean Gionno que, al igual que otros y otras (en los libros, en la vida), trabaja de forma callada, constante, solitaria, vehemente... y transforma a mejor su entorno.
Uno no puede dejar de observar el contraste brutal entre el gris inicial (esa estación de trenes de la ciudad) y el color que, poco a poco, se va apoderando de las láminas gracias a la presencia de esa niña y el reguero de flores maravillosas, tenaces, que va dejando según avanzan las páginas.
Existe igualmente un contraste entre texto e ilustración, como cuando la niña nos habla de "ese sitio maravilloso" que ha descubierto y que nosotros vemos como una azotea baldía. Es muy interesante porque nos da pistas sobre cómo es esta niña que no ve el desastre, sino que ve la potencialidad que esconde ese lugar. Como ocurre con esas jardineras abandonadas que ella percibe como si "le hubieran estado esperando". Es un optimismo continuo, un avance continuo. Una delicada y sutil fuerza de la naturaleza esta niña. Un personaje admirable. Inolvidable.
Ni siquiera importa si el tío sonríe o no: la contumacia de Lydia, la luz y el color que deja a su alrededor, nos dan la medida del poder transformador de esta niña.
En fin, un libro maravilloso. Una lectura imprescindible. Una experiencia inolvidable.
Totalmente recomendable.
Saludos
como EL HOMBRE DE LA FLOR!!!
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