Esta mañana Begoña y yo estuvimos contando en el colegio de Torrejón del Rey (Guadalajara). Toda la mañana contando (un total de cinco sesiones: es duro el mes de abril. Duro y también feliz). Fue estupendo porque los grupos eran muy variados y pudimos disfrutar de sesiones con chavales entregados desde el minuto primero a sesiones con chavales más difíciles que precisaron ser encauzados en los cuentos. Todo nos vino bien.
En todas las sesiones contó Begoña un cuento en medio, cuento que nos fue dando pautas sobre algunos temas interesantes que ahora os cuento.
Es difícil llegar a asumir que el cuento contado es algo muy vivo: uno tiene el esqueleto del cuento en la garganta y la carne que le va creciendo alrededor a veces es más y a veces es menos (es por eso que un cuento contado mil veces es mil veces diferente). El grupo que escucha, en muchos casos, te va dando pistas de este desarrollo. Llegar a discernir estas señales del grupo, a manejar este carácter "modular" del cuento, a construir de manera conjunta la historia que se cuenta y disfruta, es complicado. Ahora con Begoña ya no estoy preocupado de si cuenta bien o mal, eso ya está visto. Ahora hay que pulir estos pequeños detalles que resultan muy complejos y sutiles.
En el proceso de aprendizaje se van ascendiendo escalones, pero en esos escalones, las etapas de meseta (en las que hay más estabilidad que mejora) resultan difíciles y a veces muy tediosas. Hay que aprovecharlas igualmente para consolidar lo aprendido y seguir la búsqueda, en cualquier momento pueden aparecer nuevos retos.
Para comprobar esta cuestión hemos hecho un experimento: Begoña contó en un grupo un cuento que ella se preparó y que nunca me había visto contar. Luego, con el siguiente grupo, yo conté el mismo cuento. Conscientemente traté de separar mi manera de contar de la suya y descarnar al máximo la historia para que luego pudiéramos hablar sobre las diferencias y sobre la recepción del cuento por parte del público. Resultó muy muy interesante.
Por otro lado hemos hablado bastante de repertorio y de álbumes ilustrados.
Esta tarde Begoña tiene en su cuarto dos pilas enormes de libros: una para leer y decidir cuáles de esos libros pasarían a formar parte de su repertorio y por qué. Y otra para decidir cómo contaría esos cuentos (algunos bastante complicados, por cierto). Os dejo una foto de un momento en el que estaba llevando libros a su mesa de trabajo (je, es solo una parte de la tarea, el resultado final han sido unos cuantos libros más).
Hemos trabajado en más ocasiones el repertorio pues este es, desde mi punto de vista, un asunto fundamental, uno de los pilares sobre los que se sustenta nuestro oficio. Siempre que viene Begoña dedicamos al menos un día sólo a repertorio. Esta tarde y mañana (Bego no vendrá a San Clemente a contar) serán para trabajar repertorio y oralización.
Me interesa además que acabe por contar algunos cuentos con apoyo de ilustración, al menos debería probar en estos días a contar algún cuento con libro para ver cómo respira en esta lid. Es un buen recurso que puede ayudar a fijar la atención y a centrar a un grupo que ande algo más revuelto.
Por último una tercera tarea que hemos comenzado hoy es la de los cuentos para los más pequeños: 0-3 y 3-6. Begoña no cuenta habitualmente a niños entre 0-4 años y es un ámbito que conoce poco. En estos días podremos contar a algún grupo de 0-3, me interesa que me vea y, sobre todo, que lleve algo preparado para poder contarles también un cuentito.
Paciencia y mucho trabajo. Mucho.
Y también muchos buenos momentos.
Saludos
Genial. Les sigo :)
ResponderEliminarComo lo cuentas hace que me visualice el aurduo trabajo que están realizando.... Son una inspiración....
ResponderEliminar¡Ay, Begoñita! Menudo atracón.
ResponderEliminarBesos
Mariaje