domingo, 7 de noviembre de 2010

El hombre sin ayer (cuentos de hoy y de mañana)

Acabo de terminar de leer El hombre sin ayer (cuentos de hoy y de mañana), de Víctor González, en editorial Anaya, con ilustraciones de Sean Mackaoui.
De este autor ya he hablado en otra ocasión comentando su libro El río que se secaba los jueves (y otros cuentos imposibles), y leer esta reseña será un poco como leer aquella, pues El hombre sin ayer es más de lo mismo: cuentos ingeniosos, deslumbrantes, aparentemente sencillos, burbujeantes y muchos de ellos, imprescindibles.
Hacer más de lo mismo cuando lo mismo es admirable, resulta harto difícil, pero Víctor González ha sido capaz de reunir de nuevo una colección de cuentos excelentes, muchos de ellos verdaderas piezas de orfebrería que, además de su magisterio formal, despliegan múltiples planos posibles de juego, interpretación y lectura.
Sucede también que al tratarse de una colección de cuentos la variedad de frutos para degustar es grande y uno puede saborear con mayor placer unos u otros cuentos, esta es una gran virtud de los libros de cuentos: el amplio colorido que puede uno encontrar en su paleta.


De entre todos los textos que recoge el libro hay algunos que me han gustado muchísimo. Por ejemplo:
El cuento que da título al libro (p. 64) bien podría haber sido escrito por el mejor Quim Monzó, o por el enormísimo Gómez de la Serna; es en verdad un cuento maravilloso y una metáfora de los días. Igual que sucede con otro cuento deslumbrante titulado "Lágrimas" (p. 52), que a partir de un motivo clásico de algunos cuentos tradicionales es capaz de contar una historia trágica aparentemente absurda. Y retomando este hilo de la tradición: en muchos de los cuentos hay motivos y estructuras de cuentos clásicos, generalmente revisados, actualizados, extrañados, dando pie a nuevas posibilidades creativas, como sucede con "Los tres cofres" (p. 144), o yendo más allá (como proponía Gianni Rodari en su imprescindible Gramática de la fantasía), como sucede con "El flautista de Hamelín" (p. 88)
El surrealismo y el non-sense también entran en el juego de estos cuentos, como sucede con "Un bosque distinto", un cuento maravilloso, en verdad maravilloso; o "Quinientas almas" (p. 62), un texto con una hondura y una sencillez admirables.
Caben en este libro también los cuentos con mucha poesía, mucha, como sucede en "El horizonte" (p. 157), parece mentira tanto cuanto cabe en tan pocas palabras.
Y dos constantes en todo el libro: el ingenio y el humor, mucho humor, continuamente, el humor traspasa el libro desde la primera a la última página, valga como muestra el cuento titulado "Un sapo" (p.149).
Antes de terminar esta reseña comentar un par de cosas.
El libro incluye un prólogo escrito por Daniel Nesquens (premonitoria la relación que sugerí entre estos dos autores en la reseña del libro El río que se secaba los jueves). Las ilustraciones de Mackaoui son, quizás, lo que menos me ha interesado del libro.
Enlaces:
El enlace del libro en Anaya, donde puedes leer las primeras páginas, ver más información sobre el libro, el autor, el ilustrador, una guía de lectura, etc.
En suma, este libro nos ofrece una lectura entretenida, divertida, sorprendente, inteligente y, en muchos casos, deslumbrante. Es por tanto un libro que os recomiendo encarecidamente.
Saludos

2 comentarios:

  1. Vaya, Pep: mil gracias por la reseña.
    Llevo varios días sin traerme el portátil a casa (por trabajo y cosas varias) y no la había visto hasta hoy. O sea que no mil, sino un millón de gracias. Me alegro mucho de que te haya gustado, sobre todo porque tu opinión me importa mucho. En serio. A propósito de esto, tengo un medio ahijado en Coruña, un chaval adolescente, que hace unos años montó con sus amigos del cole una web-blog que se llamaba MOSQUI, en la que opinaban sus colegas y él sobre los que se les ocurriera ( la web ya no existe). Me hizo mucha gracia el nombre en su momento, cuando me lo contó, y pensé que era una especie de broma relacionada con la palabra mosca o mosquito... No sé. Pero un día Javi (este chicol) me aclaró que MOSQUI eran las siglas de "Mi Opinión Sí Que Importa". ¡Qué grande! Yo sentía cariño por él - es un crío, casi le he cambiado los pañales alguna vez-, pero a partir de aquel día empecé a sentir creo que admiración.
    En definitiva, Pep: TOSQI.
    Gracias y un abrazo,

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  2. Gracias a ti, Víctor, es un regalo leer un buen libro. Y sé que cuesta muuuuucho escribir algo decente.
    Abrazos

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