miércoles, 5 de octubre de 2011

De poesía infantil

Acabo de incorporar a mi repertorio un cuentecito delicioso titulado El señor don Nicanor (SdN), de Ana Fernádez-Abascal y Flavios Morais, publicado por Faktoría K de libros. Para oralizar el texto (prepararlo para ser contado) me he topado con unos cuantos problemas con los que ya había tenido que lidiar con otro librito titulado Ernestina la gallina (ElG), de Yolanda Reyes y Aitana Carrasco, publicado por Océano Travesía.
Los comunes problemas de estos dos libros son el asunto de este post. No hablaré aquí de las ilustraciones pues, aunque en ambos casos me gustan, no son el tema sobre el que quiero reflexionar ahora.

    

Sucede que en ambos libros uno se encuentra con una buena idea, un motor estupendo para poner en marcha (y hacer funcionar) una historia. Además sucede que los dos libros optan por contar la historia de forma rimada, con versos más o menos divertidos y, en algunos casos, afortunados. Pero también sucede que esos versos están muy descuidados y plantean unas cuantas cuestiones. De esto quiero hablar ahora.

1 Para empezar. Cuando uno se acerca a unos libritos rimados y tan sencillos como estos lo primero que espera es que no haya demasiados problemas con el número de sílabas por verso, pues se trata de octosílabos, el verso "natural" en castellano. Cuando hablamos muchas de nuestras oraciones inconscientemente son octosilábicas. Pero sucede que en estos libritos no hay isosilabismo, es decir: el número de sílabas varía cuando debería ser, indudablemente, de ocho. Aquí van unos ejemplos:
  • ElG: El repollo tenía una flor / y tres granitos de arroz (10 / 8)
  • SdN: Estaba viendo una historia / de indios y de vaqueros (8 / 7)
No se cuentan bien los versos: no se saben reglas elementales como la sinalefa o la adición de una sílaba cuando se acaba en aguda. Errores importantes según pienso, pues rompen el ritmo de la narración (que, recordemos, es en verso). Errores que puede cometer un autor no muy ducho en versos (como quien les habla) pero que no debe pasar por alto un editor.

2 Para continuar. Según pienso, en temas de poesía el ritmo es casi más importante que la rima, al menos lo es para una buena lectura o recitación en alta voz. El ritmo en un verso lo dan los acentos del verso. Aquí hemos llegado al desastre total. Veamos de nuevo un par de ejemplos:
  • ElG: Del cascarón saltó un pollo / redondo como un repollo (4-6-7? / 2-5-7)
  • SdN: El señor don Nicanor / estaba solo en su casa ( 3-7 / 2-4-7)
Creo que es importantísimo (si no imprescindible) que los acentos de los versos coincidan en las sílabas tónicas de las palabras para que el cursus, el curso del verso, transcurra rítmicamente. En general en los dos libros hay versos con diferentes acentos de todo tipo y manera que van descabalando por completo el natural fluir del poema.
Comparen cualquiera de los dos versos de arriba con estos otros
  • ElG: Ernestina la gallina / puso un huevo en la cocina
  • SdN: ¡Qué película tan fea! / Es mejor que no la vea.
donde los acentos coinciden en los versos y la lectura es ligera, alegre, natural.
Sin embargo cuando el ritmo de los versos va cambiando el recitado no es fluido, es torpe, forzado, a saltos. Y esto sucede cada vez más en libros de poesía infantil donde parece que no hay que esmerarse tanto, total, como es para niños...
Por eso uno se topa con autores como Antonio Rubio, Carlos Reviejo, Sagrario Pinto, etc., y su lectura es ¡tan gozosa!, una verdadera fiesta.

3 Pero sigamos, sigamos. Hay otros problemas formales no atribuibles (o quizás sí) al formato poético. Uno de ellos es la reiteración de palabras. Se podría decir que se trata de un recurso poético, pero cuando en SdN se repiten en tres versos (que además son estrofa y aparecen, con variantes, un total de tres veces en el libro) las palabras viendo y estaba, pienso que es un error: ¡será por vocabulario! La infancia necesita alimentarse de palabras y los libros deben aportar ese alimento, es necesario. Es imprescindible.

4 Dos últimos temas. La ruptura de versos y la adición de palabras. A veces, por cuestiones de la ilustración en la que ha de encajarse el texto, los versos son partidos por los maquetadores o por el editor. A veces ¡es que no hay más remedio! En tal caso se trata de hacerlo de manera que no dañe ni estropee la unidad estrófica ni la forma de los versos, o al menos que el daño sea el menor posible y esté resuelto con inteligencia. Pero otras veces ¡hay suficiente espacio! y por simple estética o por desconocimiento, o por lo que sea, se parten versos. Y eso, desde mi punto de vista, es otro grave error.
También pueden darse casos como el de SdN, donde se han añadido palabras (no sé si fue el editor o la autora, pero ahí están), son estas: el cuento. ¿Por qué?, porque en la página de antes nos dice que está leyendo un cuento y en la siguiente, para que no haya confusión, se dice: el cuento / de un bigotudo ratón... ¡pero eso rompe el ritmo y estropea la construcción de las estrofas! Caray, si hay que añadir algo para aclarar el texto: ¡¡usa un verso nuevo que encaje en la estructura!!
Veamos un ejemplo:
  • Así está en SdN: Y para estar más contento / se puso a leer un cuento. / El cuento / de un bigotudo ratón...
  • Manteniendo el ritmo con un verso: Y para estar más contento / se puso a leer un cuento. / Era el cuento, cuento, cuento / de un bigotudo ratón...
Mucho mejor, ¿verdad que sí?
Estas son algunas (sí, algunas, podría hablar de otras tantas más) cuestiones con las que me tropiezo habitualmente cuando trato de preparar algún cuento rimado para contar, y es que muchos de ellos, aunque tienen ideas maravillosas, excelentes de verdad, tienen un montón de errores rítmicos y formales básicos que hay que conocer a la hora de escribir poesía.
Saludos.

17 comentarios:

  1. Coincido en tu valoración general, que viene a poner un dedo en una llaga demasiado habitual. A ver si encuentro tiempo para los matices. Añado que no ocurre solo en la creación, sino también (quizá más aún) en la traducción. Y no solo en la infantil: hay "versos" de Shakespeare, en versiones de académicos reputados, que forman por ejemplo (un ejemplo real) tiras de 18, 27, 25, 21, 15 sílabas, para una secuencia original regular y mucho más breve. Pero eso de "verso" tiene lo que yo de niña con tirabuzones.

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  2. Claro que hay matices, pero Gonzalo, cada vez más me encuentro con libros así, y es una triste pena. Especialmente cuando se trata de buenas editoriales (con buenos editores detrás) y de buenas ideas.
    Y bueno, si hablamos de traducciones... ya es para llorar a moco tendido. En fin.
    Un abrazo

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    1. Estoy completamente de acuerdo contigo en el asunto de este post y en todas tus opiniones y comentarios, Pep. En efecto, el tema es para llorar a moco tendido, sobre todo cuando sucede que son las propias editoriales las que se cargan el verso. Me explico, porque yo lo he vivido en propias carnes. Como sabes bien, yo escribo poesía (no sé si atreverme a decir que "soy poeta") y conozco a la perfección las reglas de la métrica, el ritmo y el acento que mencionas, las cuales aplico sistemáticamente y sin siquiera pensarlo en todo lo que escribo rimado para niños. Pero, he aquí que en ocasiones (más de las que desearía), llega la editorial (¡y en muchos casos son editoriales de libros escolares o de texto!) y te añade o cambia una palabra, una sílaba o el orden dentro del verso, rompiendo así todo el ritmo que con cuidado había construido. Al parecer hacen estos cambios para que "se entienda mejor" lo que se está contando. Yo me llevo las manos a la cabeza, Pep, porque he crecido "entendiendo" perfectamente las canciones tradicionales, los ritmos, las rondas y los cuentos populares en rima, que muchísimas veces se construían a base de hipérbatos, elipsis y otros recursos poéticos que, es verdad, pueden hacer un poco más difícil entender la sintaxis, pero están al servicio del ritmo y no afectan a la comprensión del contenido si se lee bien el cuento. Por eso me alegra muchísimo que un gran profesional de la narración oral como tú ponga el dedo en la llaga sobre los cuentos que hacen uso de la rima sin contemplar el ritmo y las normas básicas del verso. Gracias por este post.

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    2. No, gracias a ti. Un beso :-))))

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  3. Me parece muy buen post, Pep, gracias. Es un tema que me atañe como lector y escritor también y con el que estoy especialmente concienciado. La escritura de mi libro Rima rimando vino provocada por la lectura de varios libros de poesía infantil flojos y fáciles: ripios, romances hasta la saciedad, etc.

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  4. Gracias Odal Orto (Otro Lado?), Carlos, el libro es estupendo, a ver cuándo lo reseño por aquí. Un abrazo

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  5. Por fin encontré una respuesta a la sonoridad que me molestaba , que no corría. Detalles muy importantes!. Ahora entiendo por qué dejé de indagar en nuevos poetas y me quedé con los antiguos. Detesto del colegio este tema, pero acá como lo presentas, me enlaza a detenerme en temas que había dejado de lado. Muchas Gracias!

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  6. Cuando solamente era lector y ojeador de libros infantiles no me daba cuenta. Ahora que se los leo a mi hijo, me vuelvo loco con el ritmo de los textos. Me tengo que inventar palabras entre medias para que "suene" mejor. Un verdadero horror. Y sin necesidad de que sean en verso.
    Enhorabuena por el post... Bueno, enhorabuena por toda tu labor, es imprescindible, Pep. Gracias.

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  7. qué genial, Pep, y qué necesario. Gracias

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  8. Me gustó mucho en su momento y al releerlo todavía más. Me queda la duda de qué dicen los editores al respecto. Te han dicho algo?

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    1. Pues no y, la verdad, es una lástima.
      Un beso Estrella

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  9. Aprendí hace muy poco, que al terminar de escribir un texto, es muy recomendable leerlo en voz alta. Y cuánto que aporta a la escritura!! Gracias Pep, tu post reconfirma lo aprendído. Y seamos serios a la hora de hacer literatura (escrita o ilustrada) para los chicos!!

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