viernes, 2 de diciembre de 2016

Contar en el Harlem Jazz Club

Hace una semana estuve contando cuentos para adultos en el Harlem Jazz Club de Barcelona. El Harlem es, junto con el Café La Luna (de Logroño), uno de los espacios más veteranos (en el ámbito privado) en los que se programan cuentos para adultos en España. Ambos lugares llevan más de veinte años alimentando (y alimentándose de) la palabra dicha.
Hay otros lugares que aparecen y desaparecen, o que vuelven de vez en cuando, o incluso espacios privados en los que se cuenta también desde hace muchos años pero en los que no se cuida ni el espacio ni al narrador (y no hablo sólo de caché). Pero ninguno es como el Harlem o como La Luna.
Piénsenlo, tiene mucho mérito. El Harlem Jazz Club está en Barcelona, una ciudad con una gran oferta cultural (de todo tipo y calibre), y aun así en este lugar desde hace veinte años se cuentan cuentos para adultos todas las semanas (¡todas las semanas!). Y por si no se han dado cuenta les recuerdo que esto de los cuentos contados para adultos sigue siendo una propuesta artística poco conocida que, además, no suele proliferar en espacios privados (y con condiciones dignas, insisto, porque contar gratis o por cuatro duros, eso lo puede programar cualquiera). Pero en el Harlem ocurre: hay una programación estable, un espacio estupendo para contar, un público con ganas de cuentos y unas condiciones dignas para trabajar. ¿Cómo es esto posible? Pues esto es posible porque detrás de este empeño, de esta labor encomiable, hay una persona que cree en ello: Martha Escudero, puro corazón, pura resistencia, puro tesón.
Es un regalo para nuestro oficio contar con espacios como el Harlem Jazz Club, un absoluto lujo y un gran privilegio. Por eso nosotros, como narradores y también como público, hemos de poner de nuestra parte. Cuidemos estos espacios, ojo, y no me refiero sólo cuando vayamos a contar, que doy por hecho que llevaremos siempre un repertorio de calidad (aquí y en cualquier otro lugar: nos va en ello el pan), sino que  hablo de ir, de asistir tantas cuantas veces podamos para escuchar cuentos: disfrutemos con las historias que otros han preparado para nosotros (y aprendamos con ello: ¿acaso hay alguna manera mejor de aprender a contar que escuchando a otros cuentistas?), invitemos a amigos y compañeros, mostremos cómo es nuestro oficio, qué ofrece, qué diverso es, cómo emociona, cómo nos hace disfrutar, cómo hace vibrar nuestros corazones.
Hagamos público, ya sea difundiendo la programación, ya sea yendo o invitando a ir, ya sea... como sea, pero hagamos público, porque los cuentos, sin público, sencillamente no son.
Gracias Martha por estos 20 años de palabra dicha en el Harlem. Gracias.
A por otros 20 más.

Foto de la cuenta en Twitter de AninCat
Saludos

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