domingo, 22 de noviembre de 2009

Tu escribes y ellos deciden

A veces encuentras en internet cosas sobre los libros que has publicado.
Aquí podéis ver una reseña de Darabuc de La casa de mi abuela, el libro que acabo de sacar en OQO y que ilustra Matteo Gubellini. Como digo, es relativamente fácil encontrar alguna reseña (incluso con textos tan secretos como Cuaderno de imágenes o 99 pulgas Google es capaz de encontrar reseñas). Pienso que el libro que más reseñas tuvo de todos los que he publicado fue Cuento para contar mientras se come un huevo frito, o tal vez fue debido a que yo estaba más pendiente de ello, no sé (fue el primer libro que publiqué y que, por cierto, creo que pronto se reedita), tienes algunas aquí.
Supongo que si me pusiera a buscar ahora encontraría más reseñas de Un loro en mi granja, más que nada porque es un libro premiado y eso ya lo señala.
Pero otras veces encuentras cosas más peculiares, aquí os dejo enlazado este blog de un aula de infantil que lleva Ana Zambrano (una profe bastante rumbosa, si os fijáis) donde hicieron un montaje (como una fotonovela) con La cabra boba.
Lo cierto es que cuando un libro sale de imprenta y empieza a moverse por librerías y bibliotecas recorre su propio camino. Se defiende solo. Ya no es cosa tuya. Tú has podido controlar (más o menos) en el proceso de creación del texto y gestación del libro, pero en cuanto el libro sale, él se busca la vida. Lo primero que te llegan son esas olas de reseñas, olas pequeñas como de playa en un día soleado. Pero a veces te llevas sorpresas; por ejemplo, he recibido correos de gente que afirma haber visto libros míos en algún museo (El huevo frito en el Guggenheim de Bilbao, o La cabra boba en un museo de Finlandia).
O en lugares insólitos.
Al respecto me pasó algo emocionante con La cabra boba, paseando por Lavalle, en pleno corazón de Buenos Aires, allí estaba, mirándome a través del escaparate de una librería maravillosa.
Lo dicho: tú los escribes y luego ellos deciden, se buscan la vida, se defienden solos. Y si no... malo. ´
En realidad nunca sabes para quién estás escribiendo, si ese cuento va a ser importante para alguien o significará algo en la vida de algún niño, alguna niña, o de algún adulto. Es uno de esos misterios que dan hondura al gesto de teclear, abismo al de soñar.
Saludos
Pep

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