jueves, 5 de abril de 2012

Espejo

A veces los cuentos que parecen más sencillos resultan ser los más complejos. En este sentido, como escritor, pienso que desbrozar el texto hasta dejarlo en su mínima expresión, si está bien hecho, es la tarea más ardua del proceso de escritura; y, una vez acabada, también la más gratificante: pues da a cada palabra un peso específico dentro de la narración y multiplica los niveles de interpretación del texto.
Igualmente sucede con los cuentos contados: la narración oral precisa texto directo y con peso en el discurso, pues los rodeos, florilegios y circunloquios pueden hacer perder el hilo a quienes están escuchando.
Pero si además de contarlo de forma sencilla, depurada, condensada, lo narrado es aparentemente simple, entonces ¡ojo!, porque si la combinación es buena, suele suceder que detrás de tanto aire se esconda una compleja maquinaria, un delicado cuento, una potente historia liberada para que seamos nosotros quienes demos sentido al blanco de sus páginas.


En esto Suzy Lee es maestra. Sus álbumes llegan depurados hasta el extremo, sin texto que nos acompañe en el discurso narrativo, con unas ilustraciones aparentemente sencillas que nos cuentan unas historias también supuestamente muy sencillas. Y detrás de tanta sencillez aparece una historia rica, compleja, llena de matices, de sutilezas. Una veta de oro en la que picar y picar sin descanso. Un trabajo extraordinario.
Me enamoró esta autora/ilustradora con su muy premiado libro La ola (en Barbara Fiore), y también me encandiló con un álbum que adoro, Zoo (en Los cuatro azules). Y hoy reseño otro libro suyo extraordinario: Espejo, publicado por Bárbara Fiore.
Como os he dicho, una aparente historia sencilla. Una niña se aburre y de pronto ve su reflejo en un espejo. Pero... ¿por qué no estaba ese espejo en el inicio?, ¿no será más bien ese espejo producto de su imaginación? Ya lo decía el sabio Winnie de Puh, el aburrimiento es el primer paso para el juego. Una niña se aburre y abre una ventana a los territorios de ficción: imagina un espejo. Y empieza a jugar con él (ilustraciones hermosas de verdad) y el juego es color y movimiento (hermosas y extraordinarias). Durante el juego la niña entra en el espejo (en la ficción) y cuando sale, algo se descabala (por cierto: preciosa osadía la página en blanco): es lo que sucede cuando la ficción es tan potente, acaba por tomar vida y seguir su propio camino, más allá del dictado de su creador (o creadora, claro). En un buen cuento el personaje que has inventado puede acabar por tomar sus propias decisiones (que se lo digan si no a Unamuno) e irse por sus propios derroteros (más allá de lo que tú habías previsto). Así sucede en este caso, la niña y su reflejo-ficción acaban por discutir y en medio de la trifulca el espejo se cae y se hace añicos y la niña acaba por quedarse de nuevo sola y aburrida. ¿O es el reflejo-ficción el que se ha quedado solo y la niña la que ha desaparecido con el espejo roto?, porque ¿no puede ser que al entrar en el espejo fuera la niña la que estuviera ahora en la página izquierda y el reflejo en la derecha?...
Inevitablemente un álbum así ha de quedar abierto y con muchas preguntas.
En esta lectura yo puedo haber reflexionado sobre el poder de la ficción sobre los días y las vidas, obviamente tú podrás encontrar otras interpretaciones diferentes (y, seguramente, más interesantes) mientras disfrutas de este álbum hermoso y potente que evoca otros textos, otros sueños (Alicia a través del espejo, por ejemplo).
Una belleza. Un libro delicado y fuerte. Un verdadero tesoro.
Saludos

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