martes, 8 de febrero de 2011

Contar cuentos eróticos

Llevo unas cuantas semanas ordenando el Infierno* de mi biblioteca. Me está sirviendo para reencontrarme con libros leídos y disfrutados hace mucho tiempo, con pequeñas joyas y con libros tostones. Voy hojeando/ojeando sus páginas, releo algunos párrafos, reviso algunas notas, rememoro algunos cuentos... soy consciente de que formar este Infierno me ha llevado muchos años y ha resultado un esfuerzo notable. Y a veces me pregunto por qué tanto empeño.
Estos días he dado con varias respuestas a esta pregunta.
  1. Para empezar, los cuentos eróticos (vergonzantes, burlescos, picantes, escatológicos) son parte de la esencia de la palabra dicha: el sexo, el engaño, el amor, el deseo... son centros de interés (del mayor interés) entre el público adulto.
  2. Para continuar, la literatura erótica es altamente irreverente y crítica, es un arma contundente contra las normas impuestas y acatadas, contra la rutina de los días y el yugo de las apariencias. La literatura erótica es un explosivo que llega a lo hondo y su onda de expansión abarca a la totalidad de la superficie. La literatura erótica es más que una diversión y una risa exagerada: es poner el mundo patas arriba (nunca mejor dicho) para verlo desde un nuevo punto de vista. Como ejemplo valga el libro de Nedjma, titulado La almendra (en Maeva), unas memorias eróticas escritas por una mujer magrebí que afirma en su prólogo: [escribo este libro] "con la ambición de devolver a las mujeres de mi sangre la palabra confiscada por sus padres, hermanos y esposos. En homenaje a la antigua civilización de los árabes, donde el deseo se plasmaba hasta en la arquitectura, donde el amor se hallaba liberado del pecado, donde gozar y dar placer constituía un deber para el creyente. Levanto este relato, como se levanta una copa, a la salud de las mujeres árabes, para quienes recuperar la palabra confiscada en relación con el cuerpo equivale a curar a medias a sus hombres".
  3. Y por último, contar cuentos eróticos es, para el narrador oral, explorar otras posibilidades de su propia voz. Como afirma Francisco Umbral en el prólogo a sus Memorias eróticas (ed. Temas de Hoy): "Creo, realmente, que el tema del erotismo, y la reconducción de la memoria a ese tema, me ha otorgado incluso una manera, nueva en mí, de contar."

En fin, contar cuentos eróticos, picantes, vergonzantes, es más, mucho más, que hablar de teta y culo. Y quien lo ha vivido (del lado del narrador, del lado del público), lo sabe.
Saludos

*Infierno: El Gran Diccionario Universal del S. XIX de Pierre Larousse define el Infierno como el "lugar cerrado de una biblioteca donde se guardan los libros cuya lectura se considera peligrosa".

6 comentarios:

  1. Pues sí. Ahora que mi repertorio mitológico se extiende como las constelaciones, debo constatar que no hay casi historias que no sean eróticas. Pero en el sentido de las vias de seducción más que en las de poner caliente. Hay que ver incluso muchos "raptos" como la única manera de liberarse de la autoridad paterna. Muchas transformaciones que a veces se leen como huidas no son más que pruebas que le pone la hembra al macho/dios/héroe para ver su adaptabilidad, su capacidad y su sentido del humor. Arnau Vilardebò

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  2. Sí Arnau, en muchos de estos cuentos que contamos lo menos importante es cuando se meten en la cama. Lo demás es lo verdaderamente interesante.
    Un abrazo

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  3. Gracias por el comentario que nos hiciste en el blog. ¿Sabes? Me he quedado pensando en tu Infierno. Yo no sabía de la existencia de infiernos en las bibliotecas. El saberlo ha hecho que me vengan preguntas a la cabeza como qué libro es realmente peligroso y por qué los eróticos lo son, qué libros habría en mi infierno y si no lo es toda biblioteca...
    Y me ha encantado la cita del prólogo de La almendra. Me ha hecho pensar que la palabra en su origen es carne, cuerpo, tanto si es voz como si es gesto (cosa que a veces los libros nos esconden pues ellos como objeto parecen imponerse al gesto que los hizo posible). Así, contar cuentos eróticos es hacer que la palabra recuerde su origen, que recuerde que es cuerpo.
    Magda

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  4. Hola Magda, un placer leerte, aquí y en todas partes.
    Los libros son "armas letales", por eso son peligrosos, porque llegan a lo hondo y tocan desde dentro. Pero el Infierno, tradicionalmente, hace referencia a esos libros "para leer con una sola mano". En principio eran los libros prohibidos por la Inquisición, pero luego, digamos que el término se especializó y se centró en ese sentido. Por ejemplo, un libro que debería estar en mi infierno (y no lo está) es La Celestina, prohibidísimo y muy sexual, sin embargo sí tengo otras colecciones de cuentos más clásicas como el decamerón.
    Y sí, cuando cuentas cuentos eróticos, el verbo se hace carne, o mejor aún: la carne se hace verbo.
    Abrazos

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  5. Hola Pep: ¿podrias dedicar alguna entrada a recomendar algunos libros imprescindibles para ir formando pequeños infiernos en nuestras bibliotecas?

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  6. Escríbeme al correo y te puedo dar una pista.
    Abrazos

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