jueves, 10 de marzo de 2016

Palabra de chiquino

Durante unos cuantos años estuve yendo al CEIP "Cruz Valero", en Fuente del Maestre (Badajoz), para contar cuentos. Aquellas sesiones de narración oral solían devenir en conversaciones con alumnado y profesorado sobre la importancia de la narración y la tradición oral. Parece que la cosa caló porque, durante unos años, aquello fueron más que palabras: chavalería y profesores se pusieron manos a la obra para recoger y dar de nuevo aliento a la tradición del lugar. Y así fue como, años más tarde, con esta interesante muestra de la tradición local ya recogida, se decidió publicar un jugoso libro que la preservaba y la daba a conocer.
El libro, titulado Palabra de chiquino, incluye retahílas, cantares y juegos populares, recetas tradicionales, leyendas, apodos y motes, explicación de las fiestas populares locales, palabrario local y algo de historia de Fuente del Maestre y del colegio CEIP "Cruz Valero". Un verdadero festín para la gente del lugar y también para los curiosos e interesados por la tradición.
La recogida de todos estos materiales ha supuesto un proceso rico y muy interesante para el centro educativo, y Silverio Olmedo, a la sazón director del colegio durante aquellos años, lo cuenta en la introducción del libro.


He tenido, además, el honor de escribir el prólogo al libro. Aquí os lo dejo:

"Palabra dicha"

En los últimos años tuve la suerte de ir en cuatro ocasiones a contar cuentos a los niños y niñas del CEIP Cruz Valero y a dar alguna charla sobre animación a la lectura y narración oral para el profesorado. Y digo que fue una suerte porque la comunidad educativa que latía entre los viejos muros de la escuela era un grupo feliz, alegre y con mucha curiosidad.
Uno cuenta cuentos y a veces no sabe hasta dónde llegan esas palabras volanderas. De alguna manera es como la imagen que describe Gianni Rodari en las primeras páginas de su Gramática de la fantasía: uno tira una piedra a un estanque y las ondas se propagan por toda su superficie, pero también hay movimiento dentro del agua, esa piedra que cae hasta el fondo y remueve lo que está oculto: agita el limo de su lecho, despierta a los peces que dormitaban, mueve las algas... una simple piedra puede acabar moviendo muchas más cosas de las que pueda parecer a simple vista.
Algo así ocurrió en el CEIP Cruz Valero, fui a contar cuentos y mis palabras como piedras hicieron ondas en su superficie, pero también removieron algo más adentro, porque un grupo de profesores encabezados por Silverio, a la sazón el director del centro por aquel entonces, comenzaron a trabajar con sus alumnos la tradición oral, y esta chiquillería llegó a sus casas y apagaron las televisiones para preguntar a los más viejos de la casa por adivinanzas, retahílas, trabalenguas, cantares, romances, cuentos... y palabra llamó a palabra y unos abuelos preguntaron a otros y unas madres recordaban viejos cantares y algún padre empezó a hablar de motes de familia y pronto toda la laguna, en su superficie y en su lecho, en su agua y en todo lo demás que ella contenía, estaba moviéndose.
No es algo nuevo. Desde bien antiguo la tradición oral se ha visto como un recurso para la enseñanza y el aprendizaje, y grandes recopiladores de cuentos y otros textos de tradición eran profesores (sin ir más lejos pienso en un extremeño notable como Marciano Curiel Merchán). Pero hoy en día la tradición, además de ser un recurso que siempre seguirá estando al alcance de la mano (y de la boca y de la oreja) es una fiesta. Siempre lo ha sido, sí, pero hoy más que nunca, porque el ser humano se ha alimentado de estas palabras y ritmos, de estas ficciones y cantos, y su simple mención evoca emociones y dispone corazones. Hoy contar y escuchar cuentos en casa, jugar a las adivinanzas, a juegos tradicionales acompañados de sus retahílas, compartir cantares, rememorar romances... es la celebración de estar juntos, de emocionarnos juntos, de saber que, pase lo que pase, no estamos solos.
Estas palabras volanderas toman cuerpo de tinta entre las páginas de un libro, sí, pero quizás muchas otras palabras viejas, que dormitaban, han despertado y tras tomar aliento corren por calles y casas, y vuelven a ser, de nuevo, palabra y dicha.

Espero que os haya resultado de interés.
Os animo a echar un vistazo al libro y, sobre todo, a que os atreváis a elaborar vuestro propio libro de tradiciones locales allá donde estéis.
Saludos

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