martes, 18 de octubre de 2011

El Gran Gigante Bonachón

Acabo de terminar de leer El Gran Gigante Bonachón, un libro clásico de Roald Dahl, publicado por Alfaguara, con ilustraciones de Quentin Blake y traducido por Herminia Dauer.
Tengo el recuerdo de haber leído este libro hace muchos años y, aprovechando que mi hijo Miguel lo acaba de leer, lo he cogido para volver a disfrutarlo.


La historia es conocida: Sofía, una niña huérfana, ve una noche, durante la hora mágica, a un gigante pasando por la calle frente a su casa. El gigante se da cuenta de que alguien le observa, descubre a la niña y se la lleva. Aquí comienza una aventura maravillosa, llena de peligros, emoción, intriga y con un final feliz.
Me encanta Roald Dahl, me fascinan sus historias tan bien tramadas, su universo donde lo perverso y lo bueno están tan cerca (¡como la vida misma, caray!), donde el peligro y el valor van tan bien trenzados. Me admiran sus personajes siempre aparentemente tan frágiles y tan llenos de fuerza: Matilda, Danny, Charlie, Sofía... Me gusta que sea una literatura sin concesiones y cuando un gigante es malo, pues se come a los niños. Y se los come. Y quedan huesos esparcidos al pie de la ventana por si había alguna duda. Una literatura cargada de emoción y políticamente incorrecta (¿quién no recuerda al protagonista de Las brujas terminando el libro convertido en ratón? ¡y tan feliz!).
He dicho en otras ocasiones que creo que autores como Roald Dahl posiblemente hoy no serían publicados por esta ñoñería que nos atenaza y que nos disneyfica y atonta. Sin embargo seguimos necesitando libros de este tipo, libros que nos enseñan que los malos son malos (y no tontos) y que los buenos son personas normales, a veces frágiles, pero que asumen su misión con valentía (y astucia).
Me encanta Roald Dahl y digo, una vez más (y tantas cuantas veces haga falta) que hay que seguir leyéndolo. Y disfrutándolo.
Más sobre este autor en los enlaces al final de esta entrada que ya os he citado antes, y en estas otras dos entradas de la Bibliotecasenda y en este interesante artículo de Ana Nebreda.
Un saludo

No hay comentarios:

Publicar un comentario