miércoles, 26 de abril de 2017

Contar en Rabat (I)

Ayer por la noche llegué a Rabat (Marruecos) para contar al alumnado del Colegio Español en Rabat (desde Educación Infantil hasta Secundaria) y, seguramente, para callejear un rato por la ciudad. Es la primera vez que vengo a Marruecos y no sabéis las ganas que tengo de dejarme atrapar por este lugar.


El viaje fue tranquilo y disfrutamos de un hermoso atardecer entre nubes, uno de esos regalos que te hacen los días. Tras llegar al aeropuerto y dejar las cosas en el apartamento me llevaron a dar un paseíto por la zona para cenar algo, todo rápido que al día siguiente tenía mucha tarea en el colegio.
El Colegio Español en Rabat es luminoso, cuando entras por el patio sí tienes esa sensación de estar fuera, pero en cuanto pasas a las aulas esto cambia y uno se siente muy como en casa.


Esta es la biblioteca en la que he contado esta mañana, y en la que contaré el viernes al resto de alumnos de Primaria, mañana no iré porque Educación Infantil está en otro edificio.


Los chavales tienen un nivel de castellano estupendo (habrá que ver mañana a los pequeños), pensad que aquí las lenguas maternas son árabe y francés y el español no es una lengua que se conozca ni se utilice en el día a día. Es más, la variedad de árabe que se habla aquí es distinta al árabe koiné (si se me permite), así que los alumnos de este colegio estudian y conocen cuatro lenguas: francés, árabe de Marruecos, árabe y español. Una pasada.
Los cuentos han funcionado muy bien, sólo hay una diferencia señalable con respecto a los chavales de allá: ¡aquí se habla mucho!, no es que estén pensando en sus cosas y se pongan a hablar de ellas, es que la manera "natural" de atender implica comentar, compartir con el de al lado, señalar lo que te divierte... esto ralentiza la narración (y también la enriquece, todo hay que decirlo) y me obliga a restringir mucho la participación para lograr que la atención no se despiste en cada parada. Son de esas funciones en las que trabajas a fondo para encarrilar a los chavales, para que sean ellos quienes comprendan que callados van a disfrutar más; cuesta, sí, pero se consigue (al menos hoy he salido muy satisfecho porque así ha sido. Satisfecho y cansado, eh).
Después de contar estuve en Infantil para preparar el espacio de mañana y luego me fui con Tamara, la profesora que ha organizado la actividad, a la Medina, estuvimos dando un paseo y comimos en un puesto callejero. Aquí os dejo algunas fotos del paseo (y de la comida, de ese mediobocadillo hecho a mano in situ).
Callejeando por la medina.


Si gustáis...


En la fortaleza de los Umeya, en la desembocadura del río en el mar, justo la frontera natural que separa Rabat de Sale.


Ay, una puerta.


Mañana más.
Saludos

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