El otro día
Ana Garralón recomendaba en su muro de Facebook un libro titulado
Un largo sábado, es una conversación entre
George Steiner y
Laure Adler, traducida por
Julio Baquero Cruz y publicada por la editorial Siruela. Y claro, me gusta George Steiner, me gusta el criterio de Ana Garralón, y ayer era sábado... así que me di a la lectura.
En esta larga entrevista Laure Adler pregunta al estudioso, docente, políglota, sabio... Steiner sobre muchas cuestiones relacionadas con su propia vida y, sobre todo, reflexiones en torno a temas como: el judaísmo, la lengua y las lenguas, la lectura y los libros, las humanidades, la actualidad, la muerte... y todo ello trufado de muchas reflexiones interesantes sobre la cultura y el ser humano.
El libro resulta ser una lectura amenísima (me lo leí ayer por la tarde, de una sentada, una pura fiesta), y seguramente sea una buena introducción para acercarse a este autor y su pensamiento. Ya tengo unos cuantos libros más de Steiner en la lista de espera para próximas lecturas (últimamente me estoy aficionando al ensayo).
Del libro he subrayado muchos pasajes de los que no me resisto a traer aquí algunas perlas:
"La literatura escrita es muy escasa en el mundo. La oralidad supera con creces la totalidad de la escritura. Homero está al lado de Flaubert y Joyce. Veinte mil años antes de su era se contaban historias destinadas a convertirse en los cimientos de la epopeya homérica.
Escribir quiere decir estar muy cerca de nosotros mismos. Quiere decir formar parte de cierta forma avanzada de civilización, esencialmente europea, eslava y anglosajona, con capítulos importantes, qué duda cabe, en China y Japón; pero en el mundo entero la oralidad ha sido siempre la forma natural de la enseñanza de la religión y de las narraciones de la memoria. Se habla, se cuenta: la mayor biblioteca es la memoria." (p. 78)
"Un gran texto literario encarna la posibilidad de la renovación, de un cuestionamiento constante (...) lo que no tiene fine, como sucede con la gran música o la pintura, es que en cada momento de la vida de cada persona la obra cambia en su interior. De ahí mi pasión, mi obsesión, por aprender de memoria.
Si sabes algo de memoria, nadie te lo puede quitar. Se queda dentro y crece y se transforma. Un gran texto que uno se sabe de memoria desde el instituto cambia con uno mismo, cambia con la edad, con las circunstancias, se comprende de otro modo." (pp. 78-79)
"La lectura requiere ciertas condiciones bastante especiales. La gente no suele darse cuenta. Para empezar, presupone mucho silencio. El silencio se ha convertido en lo más caro y lujoso del mundo. (...) Segunda condición: un espacio privado. En casa, un cuarto, incluso pequeño, donde uno pueda estar con un libro, donde podamos entablar ese diálogo sin la presencia de otros en el mismo cuarto. (...) Así pues, silencio, espacio privado. Y en tercer lugar, una idea terriblemente elitista: tener libros. Las grandes bibliotecas públicas han sido la base de la educación y de la cultura del siglo XIX y de muchos genios del siglo XX. Pero tener una colección de libros propios, que te pertenecen, que no se tienen en préstamo, es crucial. ¿Por qué? Porque es esencial leer lápiz en mano." (pp. 83-85)
En otro momento del libro habla sobre el cine y por qué no terminó de interesarle. Me gustan mucho sus reflexiones y me llevan a comparar el hecho de contar en directo con el de ver un vídeo de alguien contando. Aquí os dejo el texto:
"Uno ve una gran película dos, tres veces, pero, a la cuarta vez, está muerta. Totalmente muerta. Veo una obra de teatro cinco veces, diez veces: es algo nuevo cada vez. Todavía estoy esperando a que alguien me explique por qué la mejor película del mundo muere al cabo de cuatro o cinco proyecciones. Tal vez sea una forma artística intrínsecamente efímera." (p. 123)
En fin, como veis un libro bien bien interesante cuya lectura os recomiendo.
Saludos