El próximo sábado 29 celebraremos la tercera edición del Andariego, la Revista Caminada de Cabanillas del Campo, organizada por el Ayuntamiento y la Biblioteca, y en la que la memoria popular y la narración oral se dan la mano para acompañarnos en un paseo de palabra.
Esta edición está dedicada a los animales domésticos y cuenta, como es habitual, con cuatro paradas en las que un informante y una narradora nos contarán historia y cuento relacionados con el tema de la revista. El recorrido será ameno y breve (el de la pasada edición rondó los cinco kilómetros y, en esta ocasión, no creo que lleguemos a los dos) y hablaremos de galgos, animales en las casas y explotaciones ganaderas.
Para esta edición contaremos con la colaboración de los informantes Félix Blanco, Daniel Sanz, Julia Moratilla y Alfonso Herranz, y las narradoras Cheles López, Concha Soria, Ángeles Maestre y Victoria Espada.
En este enlace en la web del Ayuntamiento tenéis más información sobre el recorrido, pero lo que sí debéis tener claro es que comenzaremos a las 12,00 en punto en la plaza Julio Biosca, en el antiguo Ayuntamiento.
Allí nos vemos.
Saludos
lunes, 24 de septiembre de 2018
sábado, 15 de septiembre de 2018
Del ritmo
Estoy leyendo Contar es escuchar. Sobre la escritura, le lectura y la imaginación, un libro que reúne ensayos, conferencias, artículos... de Ursula K. Le Guin, que ha sido traducido por Martín Schifino y publicado por Círculo de Tiza. Está siendo una delicia leerlo, lo hago a saltos, elijo los textos por los títulos y voy de un lado a otro del libro, pero sobre todo está siendo fantástico descubrir a esta autora que escribe maravillosamente y leer artículos tan poderosos, interesantes, sugerentes, ricos... En verdad ha sido toda una sorpresa (muy muy grata).
Os escribo ahora una breve nota sobre uno de los textos que he disfrutado, se trata de "La pregunta que más me hacen". Además de estar plagado de perlas hace unas reflexiones al final que son deslumbrantes. Pero antes os comparto algunas de las perlas, todas muy útiles para quienes nos dedicamos a contar historias:
"Podemos pensar y hablar de cosas que no son así y nunca fueron así, o que nunca existieron, pero podrían. Podemos inventar, suponer e imaginar. Todo ello se mezcla con la memoria. Así que somos los únicos animales que contamos historias." (p. 354)
"El arte es técnica: todo arte es siempre y de por sí producto de la técnica; pero en la verdadera obra de arte, antes y después de la técnica, hay algo esencial, un centro perdurable del ser, que es aquello que la técnica moldea y muestra y libera." (p. 351)
"Para un narrador el mundo está lleno de historias, y cuando una histora está presente, lo está, y sólo hace falta estirar la mano y cogerla.
Luego hay que ser capaz de dejar que se cuente a sí misma.
Primero hay que ser capaz de esperar. Esperar en silencio. Esperar en silencio y escuchar. Al acecho de la melodía, la visión, la historia. No hay que forcejear con ella ni empujarla, sino esperar, escuchar y estar listo para cogerla cuando se acerca. Se trata de un acto de confianza." (p. 351)
En el ensayo habla (entre otras muchas cosas) de cómo llegar a una historia, de cómo pasar de la idea a la historia, y del proceso de escribir esa historia (ella es escritora y habla, sobre todo, de escritura), pero en el momento en el que, según Ursula K. Le Guin, parece que el engranaje se pone a funcionar y el escritor empieza a escribir de manera que la historia fluye aparece un término bien interesante: el ritmo. Y el punto de partida para este concepto es una carta que Virginia Woolf escribió a su amiga Vita Sackville West y en la que dice: "El estilo es algo muy sencillo: es simplemente una cuestión de ritmo. Una vez que lo tienes, es imposible que te equivoques con las palabras. Pero, por otra parte, aquí estoy a media mañana, llena de ideas, con revelaciones y todo eso, y no puedo usarlas porque me falta el ritmo adecuado." Y desde este punto la autora del ensayo dice: "Debajo de la memoria y la experiencia, debajo de la imaginación y la invención, debajo de las palabras, como sugiere Woolf, existen los ritmos que rigen el movimiento de la memoria y la imaginación y las palabras; y la tarea del escritor [sustitúyase por el narrador] es descender hasta las profundidades necesarias para poder sentir ese ritmo, hallarlo, moverse a su compás, conmoverse con él y permitir que mueva a la memoria y la imaginación a encontrar las palabras."
Si nos centramos en el ámbito de la oralidad resulta muy evidente la cuestión del ritmo, ya sea un ritmo estructural, ya sea un ritmo formal, como tan bien explica Luis Correia Carmelo en la voz "ritmo" del Diccionario de narración oral en la web de AEDA. Analizamos las historias contadas de viva voz a partir de su trama (y su articulación), la cadencia de sus frases y palabras, sus silencios, el ritmo de lo contado, el cursus de la narración... Pero si nos fijamos en lo que dice Virginia Woolf y lo que comenta Ursula K. Le Guin, el ritmo es mucho más, es el puro estilo narrativo y no emana exclusivamente del narrador, sino que el ritmo se convierte en la misma historia, es el momento en el que encontramos el ritmo que la historia precisa cuando podemos apropiarnos de ella (o ella de nosotros) y podemos contarla; siempre que nuestra voz, nuestro cuerpo, se deje vibrar por ese ritmo, se haga ritmo. Por eso para contar es tan importante la escucha (con las historias, con el público, con los compañeros): la escucha que nos acerca a las historias y, desde este punto de vista, la escucha que nos permite saber qué ritmo tiene cada historia para ser contada.
Pero es que además la apropiación del ritmo nos facilita dar con las palabras para contar la historia, es decir, el ritmo es un elemento generador de la narración (y por tanto podría considerarse incluso previo a la misma, aunque yo más bien creo que es algo que ocurre en un mismo momento). De esta manera igual que le ocurre al poeta que busca las palabras que encajen y permitan el isosilabismo de los versos y los acentos versuales en las mismas sílabas, propiciando los hallazgos poéticos y sumando planos significativos al poeta (uno está tentado de pensar que la poesía es la exacerbación del ritmo), el narrador, la narradora, también atravesado del ritmo de la historia va tejiendo las palabras que cuentan y encajan en la melodía.
Es por eso que puede ocurrir que partes del discurso que elaboramos cuando contamos se queden fijadas en nuestra memoria: porque rítmicamente funcionan y porque no hay nada más fácil para recordar que la melodía de nuestra narración.
En algún momento ya he hablado de la importancia del ritmo (aunque no como generador del discurso narrativo), fue en esta entrada en el blog titulada "Jazzistas de la palabra", en el punto dos, cuando hablaba del Swing. Creo que la lectura de este artículo de Le Guin amplía lo que decía en el post, no solo en el papel que juega el ritmo dentro del proceso de creación y recreación de las historias, sino también en el sentido de que el ritmo de la historia y el ritmo de las palabras y frases que la conforman, es un ritmo hondo, profundo, que proviene de más atrás de la propia historia, de más allá de lo que somos (memoria, imaginación, experiencia, palabras...) y decimos, un ritmo que se preserva en la zona de sombra de las historias y nos acompaña desde muy lejos, un ritmo que nos mece y nos invita a bailar, un ritmo profundo y ancestral.
En fin, reflexiones tras leer un ensayo de Ursula K. Le Guin. Me quedan aún unos cuantos por disfrutar, así que termino ya con este post que va siendo largo para ponerme a leer. Aprovecho para invitaros de nuevo a que os asoméis a su libro Contar es escuchar y al ensayo que da título al libro (y a los demás ensayos) que, seguramente, merecerá otra entrada en este blog.
Saludos
PD. Dos meses después de la publicación de esta entrada me encuentro este texto de Julio Cortázar en Rayuela que transcribo: "¿Por qué escribo esto? No tengo ideas claras, ni siquiera tengo ideas. Hay jirones, impulsos, bloques, y todo busca una forma, entonces entra en juego el ritmo y yo escribo dentro de ese ritmo, escribo por él, movido por él y no por eso que llaman el pensamiento y que hace la prosa, literaria u otra. Hay primero una situación confusa, que sólo puede definirse en la palabra; de esa penumbra parto, y si lo que quiero decir (si lo que quiere decirse) tiene suficiente fuerza, inmediatamente se inicia el swing, un balanceo rítmico que me saca a la superficie, lo ilumina todo, conjuga esa materia confusa y el que la padece en una tercera instancia clara y como fatal: la frase, el párrafo, la página, el capítulo, el libro. Ese balanceo, ese swing en el que se va informando la materia confusa, es para mí la única certidumbre de su necesidad, porque apenas cesa comprendo que no tengo ya nada que decir." (p. 564, capítulo 82 de la edición de Andrés Amorós en Cátedra).
Os escribo ahora una breve nota sobre uno de los textos que he disfrutado, se trata de "La pregunta que más me hacen". Además de estar plagado de perlas hace unas reflexiones al final que son deslumbrantes. Pero antes os comparto algunas de las perlas, todas muy útiles para quienes nos dedicamos a contar historias:
"Podemos pensar y hablar de cosas que no son así y nunca fueron así, o que nunca existieron, pero podrían. Podemos inventar, suponer e imaginar. Todo ello se mezcla con la memoria. Así que somos los únicos animales que contamos historias." (p. 354)
"El arte es técnica: todo arte es siempre y de por sí producto de la técnica; pero en la verdadera obra de arte, antes y después de la técnica, hay algo esencial, un centro perdurable del ser, que es aquello que la técnica moldea y muestra y libera." (p. 351)
"Para un narrador el mundo está lleno de historias, y cuando una histora está presente, lo está, y sólo hace falta estirar la mano y cogerla.
Luego hay que ser capaz de dejar que se cuente a sí misma.
Primero hay que ser capaz de esperar. Esperar en silencio. Esperar en silencio y escuchar. Al acecho de la melodía, la visión, la historia. No hay que forcejear con ella ni empujarla, sino esperar, escuchar y estar listo para cogerla cuando se acerca. Se trata de un acto de confianza." (p. 351)
En el ensayo habla (entre otras muchas cosas) de cómo llegar a una historia, de cómo pasar de la idea a la historia, y del proceso de escribir esa historia (ella es escritora y habla, sobre todo, de escritura), pero en el momento en el que, según Ursula K. Le Guin, parece que el engranaje se pone a funcionar y el escritor empieza a escribir de manera que la historia fluye aparece un término bien interesante: el ritmo. Y el punto de partida para este concepto es una carta que Virginia Woolf escribió a su amiga Vita Sackville West y en la que dice: "El estilo es algo muy sencillo: es simplemente una cuestión de ritmo. Una vez que lo tienes, es imposible que te equivoques con las palabras. Pero, por otra parte, aquí estoy a media mañana, llena de ideas, con revelaciones y todo eso, y no puedo usarlas porque me falta el ritmo adecuado." Y desde este punto la autora del ensayo dice: "Debajo de la memoria y la experiencia, debajo de la imaginación y la invención, debajo de las palabras, como sugiere Woolf, existen los ritmos que rigen el movimiento de la memoria y la imaginación y las palabras; y la tarea del escritor [sustitúyase por el narrador] es descender hasta las profundidades necesarias para poder sentir ese ritmo, hallarlo, moverse a su compás, conmoverse con él y permitir que mueva a la memoria y la imaginación a encontrar las palabras."
Si nos centramos en el ámbito de la oralidad resulta muy evidente la cuestión del ritmo, ya sea un ritmo estructural, ya sea un ritmo formal, como tan bien explica Luis Correia Carmelo en la voz "ritmo" del Diccionario de narración oral en la web de AEDA. Analizamos las historias contadas de viva voz a partir de su trama (y su articulación), la cadencia de sus frases y palabras, sus silencios, el ritmo de lo contado, el cursus de la narración... Pero si nos fijamos en lo que dice Virginia Woolf y lo que comenta Ursula K. Le Guin, el ritmo es mucho más, es el puro estilo narrativo y no emana exclusivamente del narrador, sino que el ritmo se convierte en la misma historia, es el momento en el que encontramos el ritmo que la historia precisa cuando podemos apropiarnos de ella (o ella de nosotros) y podemos contarla; siempre que nuestra voz, nuestro cuerpo, se deje vibrar por ese ritmo, se haga ritmo. Por eso para contar es tan importante la escucha (con las historias, con el público, con los compañeros): la escucha que nos acerca a las historias y, desde este punto de vista, la escucha que nos permite saber qué ritmo tiene cada historia para ser contada.
Pero es que además la apropiación del ritmo nos facilita dar con las palabras para contar la historia, es decir, el ritmo es un elemento generador de la narración (y por tanto podría considerarse incluso previo a la misma, aunque yo más bien creo que es algo que ocurre en un mismo momento). De esta manera igual que le ocurre al poeta que busca las palabras que encajen y permitan el isosilabismo de los versos y los acentos versuales en las mismas sílabas, propiciando los hallazgos poéticos y sumando planos significativos al poeta (uno está tentado de pensar que la poesía es la exacerbación del ritmo), el narrador, la narradora, también atravesado del ritmo de la historia va tejiendo las palabras que cuentan y encajan en la melodía.
Es por eso que puede ocurrir que partes del discurso que elaboramos cuando contamos se queden fijadas en nuestra memoria: porque rítmicamente funcionan y porque no hay nada más fácil para recordar que la melodía de nuestra narración.
En algún momento ya he hablado de la importancia del ritmo (aunque no como generador del discurso narrativo), fue en esta entrada en el blog titulada "Jazzistas de la palabra", en el punto dos, cuando hablaba del Swing. Creo que la lectura de este artículo de Le Guin amplía lo que decía en el post, no solo en el papel que juega el ritmo dentro del proceso de creación y recreación de las historias, sino también en el sentido de que el ritmo de la historia y el ritmo de las palabras y frases que la conforman, es un ritmo hondo, profundo, que proviene de más atrás de la propia historia, de más allá de lo que somos (memoria, imaginación, experiencia, palabras...) y decimos, un ritmo que se preserva en la zona de sombra de las historias y nos acompaña desde muy lejos, un ritmo que nos mece y nos invita a bailar, un ritmo profundo y ancestral.
En fin, reflexiones tras leer un ensayo de Ursula K. Le Guin. Me quedan aún unos cuantos por disfrutar, así que termino ya con este post que va siendo largo para ponerme a leer. Aprovecho para invitaros de nuevo a que os asoméis a su libro Contar es escuchar y al ensayo que da título al libro (y a los demás ensayos) que, seguramente, merecerá otra entrada en este blog.
Saludos
PD. Dos meses después de la publicación de esta entrada me encuentro este texto de Julio Cortázar en Rayuela que transcribo: "¿Por qué escribo esto? No tengo ideas claras, ni siquiera tengo ideas. Hay jirones, impulsos, bloques, y todo busca una forma, entonces entra en juego el ritmo y yo escribo dentro de ese ritmo, escribo por él, movido por él y no por eso que llaman el pensamiento y que hace la prosa, literaria u otra. Hay primero una situación confusa, que sólo puede definirse en la palabra; de esa penumbra parto, y si lo que quiero decir (si lo que quiere decirse) tiene suficiente fuerza, inmediatamente se inicia el swing, un balanceo rítmico que me saca a la superficie, lo ilumina todo, conjuga esa materia confusa y el que la padece en una tercera instancia clara y como fatal: la frase, el párrafo, la página, el capítulo, el libro. Ese balanceo, ese swing en el que se va informando la materia confusa, es para mí la única certidumbre de su necesidad, porque apenas cesa comprendo que no tengo ya nada que decir." (p. 564, capítulo 82 de la edición de Andrés Amorós en Cátedra).
jueves, 13 de septiembre de 2018
Los días pequeños en El Cultural
El 13 de julio se publicó en El Cultural de El Mundo el artículo "Lecturas mayores bajo el sol" en el que la periodista Cecilia Frías recomienda siete libros para leer en verano. Entre los siete títulos seleccionados se encontraba "Los días pequeños". Esto dice del libro:
¡Qué bien!
Aquí puedes leer el artículo completo.
Saludos
¡Qué bien!
Aquí puedes leer el artículo completo.
Saludos
martes, 11 de septiembre de 2018
Entrevista en Poemas del alma
Verónica Gudiña me entrevista para la sección "Respuestas en 280 caracteres" de su web. Creo que las preguntas eran bien interesantes y las respuestas han quedado muy concentraditas (es lo que tiene la limitación de caracteres). Espero que la disfrutéis >> podéis leerla aquí.
Saludos
Saludos
lunes, 10 de septiembre de 2018
Vamos a leer Rayuela de Cortázar
Retomamos el curso de lecturas en el “Alonso Quijano” con el libro que han elegido los lectores y lectoras de la Plataforma de Clubes de Lectura Virtual. Se trata de Rayuela, una novela (o contranovela, que decía el propio autor) que es considerada como una de las primeras novelas surrealistas de la literatura argentina, al mismo tiempo que uno de los títulos de referencia del bum de literatura latinoamericana del pasado siglo XX. Aunque sobre todo Rayuela es una novela que precisa de lectores y lectoras cómplices como el propio Julio Cortázar explicaba en esta entrevista
De entre las posibles maneras de leer y disfrutar de Rayuela os propongo que, en esta ocasión, leamos siguiendo el “Tablero de dirección” que el propio autor incluyó al principio del libro.
Si os animáis, será un placer saltar de capítulo en capítulo (igual que niños y niñas saltaban jugando a la rayuela) y adentrarnos en la prosa maravillosa de este autor argentino y la poderosa historia que sus páginas nos regala.
De entre las posibles maneras de leer y disfrutar de Rayuela os propongo que, en esta ocasión, leamos siguiendo el “Tablero de dirección” que el propio autor incluyó al principio del libro.
Si os animáis, será un placer saltar de capítulo en capítulo (igual que niños y niñas saltaban jugando a la rayuela) y adentrarnos en la prosa maravillosa de este autor argentino y la poderosa historia que sus páginas nos regala.
En unos días comenzamos, aquí podéis ir apuntándoos.
Saludos
domingo, 2 de septiembre de 2018
Crónicas colombianas (y III)
El sábado 18 de agosto salí muy temprano de Pereira (a las 4,30 de la madrugada me recogían en el hotel) para subir a un vuelo con destino a Bogotá y de ahí coger otro avión con destino a Barranquilla (en estos 25 días he cogido 8 vuelos y he subido a 9 aviones, la explicación de este "desajuste" está al final de esta crónica).
Llegué a Barranquilla sobre las 12,30, allí me alojaron en un hermoso hotel (El Prado) bien preparado para resistir ante los embates del calor y la humedad del Caribe.
Después de almorzar descansé un ratito porque la tarde iba a estar bien movida, a las 16,00 tenía función familiar y a las 19,00 función para público adulto. Todo en el espacio de Luneta 50. Me permitís ahora que pare un momento en el relato y os hable de lugares como Luneta 50 en Barranquilla o Vivapalabra en Medellín. Estos espacios viven empeñados en dar a conocer las historias contadas, son lugares físicos con programación continua de narración oral a lo largo del año y también son espacios de formación y reflexión sobre el hecho de contar cuentos. En Vivapalabra hay una formación reglada de cinco semestres, con un equipo de profesorado y unos contenidos bien amplios alrededor de la palabra dicha; en Luneta 50 se fomentan los talleres, conversatorios y demás espacios de reflexión para cuenteros y personas interesadas. Ambos espacios organizan, además, sendos festivales de narración oral de referencia en el ámbito y con proyección internacional (Entre Cuentos y Flores en Medellín y El Caribe Cuenta en Barranquilla). Y también ambos espacios laten gracias al músculo poderoso de personas que creen en el cuento contado y ponen todo su empeño y su ilusión en que estos proyectos crezcan, perduren, brillen... Detrás de Vivapalabra están Jota Villaza y Luz Marina; detrás de Luneta 50 Manu Sánchez y Zolia; y detrás de ambas parejas hay un enorme equipo de personas que suman sus manos para que ambos proyectos se consoliden. Conocer estos lugares y a toda esta gente que cree en los cuentos contados ha sido, sin duda, lo más hermoso de todo este viaje.
Y aquí tenéis fotos de la función familiar y también de la función para público adulto. Las fotos son de Néstor de León (me encanta las fotos que hace, a ver si las consigo todas y puedo hacer un álbum completo en mi web).
Después del intenso día de llegada el domingo y el lunes pude descansar y hacer algo de turismo (Romer, Martha y Lilith se animaron a llevarme a Cartagena de Indias donde pasamos un día inolvidable).
Y el martes 21 y el miércoles 22 tuve sendas funciones de cuentos (una en la Galería del Mar, en Puerto Colombia, y otra en la Galería de la Paz, en Barranquilla) y sendos talleres para gente interesada en los cuentos contados. Las fotos son también de Néstor de León.
Esos días contando en Barranquilla fueron de abrebocas, a modo de aperitivo, un previo a la vigésimo primera edición de El Caribe Cuenta que comenzaba el final de semana en el que yo estaría ya de vuelta a España. Fue un lujo ser el anticipo del festival, pude disfrutar de la compañía de todo el equipo de Luneta 50 y pude contar cuatro funciones completas (tan difícil de hacer en festivales), así como impartir dos talleres (uno de ellos con 70 asistentes) para cuenteros y gente interesada. No coincidí con compañeros de ofico (salvo Aldo Méndez y Romer Peña, que ya andaban por allí atendiendo a la prensa) pero sí pude disfrutar del trabajo en calma. También fue un regalo.
Finalmente el jueves, viernes y sábado los pasé en Bogotá, descansando y paseando en compañía de la familia Guarnizo Caro, en verdad un completo regalo, un fin de fiesta ideal para unos días bien intensos.
Ah, sobre los nueve aviones y los ocho vuelos. El vuelo de vuelta a España se retrasó 15 horas, las cuatro primeras las pasamos sentados en el avión, cuando vieron que la avería era cosa seria nos bajamos y nos fuimos a un hotel un ratito a descansar algo (5 horas), y al día siguiente volvimos a subir al avión (¿el mismo, otro?) y emprendimos el vuelo de vuelta. El retraso fue agotador, tenso, con algunos momentos desagradables... pero tuvo una cosa buena, gracias a que el avión salió 15 horas después me encontré en el aeropuerto (de pura casualidad) con Rodolfo González, un narrador costarricense extraordinario con el que espero volver a coincidir, uno de esos amigos que te regala el oficio de contar cuentos, qué lujo.
Y esto ha sido todo, que no es poco.
Saludos
Llegué a Barranquilla sobre las 12,30, allí me alojaron en un hermoso hotel (El Prado) bien preparado para resistir ante los embates del calor y la humedad del Caribe.
Después de almorzar descansé un ratito porque la tarde iba a estar bien movida, a las 16,00 tenía función familiar y a las 19,00 función para público adulto. Todo en el espacio de Luneta 50. Me permitís ahora que pare un momento en el relato y os hable de lugares como Luneta 50 en Barranquilla o Vivapalabra en Medellín. Estos espacios viven empeñados en dar a conocer las historias contadas, son lugares físicos con programación continua de narración oral a lo largo del año y también son espacios de formación y reflexión sobre el hecho de contar cuentos. En Vivapalabra hay una formación reglada de cinco semestres, con un equipo de profesorado y unos contenidos bien amplios alrededor de la palabra dicha; en Luneta 50 se fomentan los talleres, conversatorios y demás espacios de reflexión para cuenteros y personas interesadas. Ambos espacios organizan, además, sendos festivales de narración oral de referencia en el ámbito y con proyección internacional (Entre Cuentos y Flores en Medellín y El Caribe Cuenta en Barranquilla). Y también ambos espacios laten gracias al músculo poderoso de personas que creen en el cuento contado y ponen todo su empeño y su ilusión en que estos proyectos crezcan, perduren, brillen... Detrás de Vivapalabra están Jota Villaza y Luz Marina; detrás de Luneta 50 Manu Sánchez y Zolia; y detrás de ambas parejas hay un enorme equipo de personas que suman sus manos para que ambos proyectos se consoliden. Conocer estos lugares y a toda esta gente que cree en los cuentos contados ha sido, sin duda, lo más hermoso de todo este viaje.
Y aquí tenéis fotos de la función familiar y también de la función para público adulto. Las fotos son de Néstor de León (me encanta las fotos que hace, a ver si las consigo todas y puedo hacer un álbum completo en mi web).
Y el martes 21 y el miércoles 22 tuve sendas funciones de cuentos (una en la Galería del Mar, en Puerto Colombia, y otra en la Galería de la Paz, en Barranquilla) y sendos talleres para gente interesada en los cuentos contados. Las fotos son también de Néstor de León.
Esos días contando en Barranquilla fueron de abrebocas, a modo de aperitivo, un previo a la vigésimo primera edición de El Caribe Cuenta que comenzaba el final de semana en el que yo estaría ya de vuelta a España. Fue un lujo ser el anticipo del festival, pude disfrutar de la compañía de todo el equipo de Luneta 50 y pude contar cuatro funciones completas (tan difícil de hacer en festivales), así como impartir dos talleres (uno de ellos con 70 asistentes) para cuenteros y gente interesada. No coincidí con compañeros de ofico (salvo Aldo Méndez y Romer Peña, que ya andaban por allí atendiendo a la prensa) pero sí pude disfrutar del trabajo en calma. También fue un regalo.
Finalmente el jueves, viernes y sábado los pasé en Bogotá, descansando y paseando en compañía de la familia Guarnizo Caro, en verdad un completo regalo, un fin de fiesta ideal para unos días bien intensos.
Y esto ha sido todo, que no es poco.
Saludos
Crónicas colombianas (II)
Una vez terminado el festival de Medellín fui hasta Bogotá para emprender la segunda parte del viaje. A lo largo de esos días estaría impartiendo conferencias en tres bibliotecas pertenecientes a la red de bibliotecas del Banco de la República de Colombia. De hecho fue la gente del Banco de la República la que, con un año de antelación, se puso en contacto conmigo para invitarme a dar esas conferencias (y esta invitación fue el punto de partida para planificar esta gira).
El miércoles 15 estuve en la Biblioteca Luis Ángel Arango, en Bogotá, donde Sandra Concha se había encargado de que estuviera listo hasta el menor detalle, incluida la noticia del evento (que se publicó en varios medios nacionales, por ejemplo éste que, como podéis leer, es muy generoso). La conferencia, centrada en animación a la lectura con jóvenes, fue muy emocionante y a ella asistieron 200 personas.
El jueves 16 estuve en Armenia donde Luz Estela también tenía todo dispuesto. La conferencia se enmarcó en unas jornadas sobre animación a la lectura denominadas "I Festival de Literatura Infantil. Palabras que transforman la vida y la infancia" y las 130 sillas del aforo fueron insuficientes para todos los asistentes. Participé además en una mesa redonda con Jairo Buitrago y Martha Iannini, ¡me encantó!
Aquí tienes una crónica de esta fiesta en la web de la red de bibliotecas del Banco de la República.
Aquí tienes una crónica de esta fiesta en la web de la red de bibliotecas del Banco de la República.
Y el viernes 17 estuve en Pereira, también en la biblioteca del Banco de la República, participando en un Seminario Internacional sobre "Narración, lecturas y escrituras: estrategias de mediación para niños y jóvenes". En esta ocasión Sandra Rúa fue la encargada de que todo saliera a las mil maravillas. Y también en esta ocasión compartí tarima con dos compañeras con trabajos bien interesantes: Ana María Arenas y Gina Paola Moreno.
Además, en esta biblioteca, aprovecharon que pasaba por allí para hacer un rincón temático, qué bien.
En verdad fueron tres días muy intensos, con vuelos y viajes por carretera, conociendo a gente bien interesante y disfrutando de conversaciones muy enriquecedoras. Días acompañado de grandes profesionales que cuidaban cada detalle para que todo resultara a la perfección, mil gracias.
Y también días que pasaron volando y me llevaron directamente hasta Barranquilla, la tercera y última parte del viaje, pero eso es materia para otra entrada en el blog.
Saludos
Crónicas colombianas (I)
El pasado 2 de agosto partía para Colombia donde iba a pasar unas cuantas semanas trabajando. Aquí van unas breves notas a modo de crónica de este viaje que me ha permitido conocer lugares relacionados con la palabra dicha en este país de América y narradores y narradoras estupendos del otro lado del charco.
Nada más llegar a Bogotá hice parada en casa de Carolina Rueda. Siempre es una fiesta reencontrarte con amigas queridas, pero lo es más cuando estás a tantos miles de kilómetros de casa. Carolina se encargó de darme a probar las primeras arepas que comí (deliciosas, por cierto) y de darme algo más de información sobre el país y el mundo de la cuentería en Colombia.
Desde Bogotá fui a Medellín para participar en la décimo octava edición del Festival Entre Cuentos y Flores, allí conocí a la gente de Vivapalabra con Jota Villaza y Luz Marina a la cabeza, y coincidí con otro narrador español, Félix Albo (y, fuera de programa, con Paula Carballeira y Mar del Rey), qué bien; también conocí a otros compañeros como Rodolfo González (Costa Rica), Beatriz Falero (México), Edgar Ojeda (Venezuela), Leyris Guerrero (Cuba), Romer Peña (Venezuela) y a varios narradores colombianos (Mauricio Linares, Elisa Palacio, William Morón, Jaime de Ávila, Richard Mora, etc.); por cierto, me encantó reencontrarme con Darwin Caballero y compartir con él varias funciones de cuentos, y con María Teresa Agudelo, Karla Sepúlveda y Aldo Méndez.
En los festivales aprendo mucho viendo el trabajo de los compañeros y conversando con ellos sobre narración. Recuerdo un par de noches memorables con Beatriz, Édgar, Rodolfo y Leyris hablando sobre cuentos contados y escena en el hall del hotel mientras dejábamos pasar el tiempo. También disfruto mucho de la convivencia con otros colegas y con el equipo de producción (en verdad el de Vivapalabra es mucho y fabuloso, mil gracias, de corazón).
En el Festival Entre Cuentos y Flores nos miman: hay un día reservado para dar un paseo por la ciudad y hacer un poco de turismo (el Festival de las Flores, el Museo Botero, el pueblito paisa, etc.) y otro día para disfrutar del teatro y de la cultura paisa. Qué regalo.
Me llevo además en el recuerdo varios momentos contando que fueron especialmente emocionantes: mi noche de gala con las trescientas butacas del teatro casi llenas, la Narratón inaugural en el Lido con más de mil personas disfrutando de los cuentos, la función en Vivapalabra con chavales preuniversitarios, las funciones con Darwin, etc. Y me traigo también mi ruana y mi "paisaporte", que es también muy emocionante.
El festival duró diez días, así pues el lunes 13 de agosto volé de nuevo a Bogotá donde comenzaba la segunda parte de este viaje. Pero eso es material para una nueva crónica.
Saludos
Nada más llegar a Bogotá hice parada en casa de Carolina Rueda. Siempre es una fiesta reencontrarte con amigas queridas, pero lo es más cuando estás a tantos miles de kilómetros de casa. Carolina se encargó de darme a probar las primeras arepas que comí (deliciosas, por cierto) y de darme algo más de información sobre el país y el mundo de la cuentería en Colombia.
Desde Bogotá fui a Medellín para participar en la décimo octava edición del Festival Entre Cuentos y Flores, allí conocí a la gente de Vivapalabra con Jota Villaza y Luz Marina a la cabeza, y coincidí con otro narrador español, Félix Albo (y, fuera de programa, con Paula Carballeira y Mar del Rey), qué bien; también conocí a otros compañeros como Rodolfo González (Costa Rica), Beatriz Falero (México), Edgar Ojeda (Venezuela), Leyris Guerrero (Cuba), Romer Peña (Venezuela) y a varios narradores colombianos (Mauricio Linares, Elisa Palacio, William Morón, Jaime de Ávila, Richard Mora, etc.); por cierto, me encantó reencontrarme con Darwin Caballero y compartir con él varias funciones de cuentos, y con María Teresa Agudelo, Karla Sepúlveda y Aldo Méndez.
En el Festival Entre Cuentos y Flores nos miman: hay un día reservado para dar un paseo por la ciudad y hacer un poco de turismo (el Festival de las Flores, el Museo Botero, el pueblito paisa, etc.) y otro día para disfrutar del teatro y de la cultura paisa. Qué regalo.
El festival duró diez días, así pues el lunes 13 de agosto volé de nuevo a Bogotá donde comenzaba la segunda parte de este viaje. Pero eso es material para una nueva crónica.
Saludos
sábado, 1 de septiembre de 2018
Más de "Los días pequeños"
La narradora Elia Tralará habla en su muro de Facebook sobre Los días pequeños, qué alegría. Aquí debajo os dejo su nota de lectura, ojalá os anime a echarle un vistazo al libro.
Saludos
Saludos
"Los días pequeños" en RNE 5
En "La Pequeteca" de RNE 5, programa dirigido por Leticia Audibert, hablan de Los días pequeños y de otras novedades de la editorial Narval. Puedes escuchar el audio en este enlace directo al podcast. Y aquí os dejo una pildorita de la nota de lectura (porque no todos los días uno aparece en la misma frase con Berlanga y Azcona):
"Un texto hermoso que de forma intencional provoca nostalgia en el lector adulto y sorpresa en el pequeño (...). La narración de Bruno, que a veces recuerda tanto a Berlanga o Azcona, casa perfectamente con el espíritu de los dibujos de Piqueras Fisk. Sin duda alguna, un libro con sabor a verano".
Tan contento.
Saludos cordiales
"Un texto hermoso que de forma intencional provoca nostalgia en el lector adulto y sorpresa en el pequeño (...). La narración de Bruno, que a veces recuerda tanto a Berlanga o Azcona, casa perfectamente con el espíritu de los dibujos de Piqueras Fisk. Sin duda alguna, un libro con sabor a verano".
Tan contento.
Saludos cordiales
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