martes, 4 de octubre de 2011

Silencio

No me resisto a compartir con vosotros este hermosísimo artículo de Charo Pita sobre el silencio. El texto está escrito hace un tiempo para la revista Tantágora y hoy lo comparte con nosotros a través de la web de AEDA. Que lo disfrutéis.
Saludos

Palíndromos

Hace ya algunos años, cuando comenzaba con esto de internet, es decir, allá por 1996 (recuerdo aquel router infernal que sonaba como si un montón de mulos estuvieran haciendo girar una noria de datos dentro de la cajita), años en los que apenas utilizaba la red más que para enviar los cuentos al periódico y a los pocos amigos que sabían de qué hablabas cuando hablabas de correo electrónico. Digo que en aquellos años en los que eran pocas, pesadas y torpes las webs con contenidos, o caras y llenas de publicidad (como mi primera página creada de forma artesana -rústica, angulosa- con las herramientas y alojamiento de geocities), cuando empezaba con esto de internet y no sabía (no sabíamos) muy bien si era o no interesante, si iba  o no a servir para algo, entonces un día me topé con una página de un señor llamado Víctor Carbajo en la que había colgado 42.224 palíndromos, un alarde de ingenio y trabajo de hormiguita. Recuerdo ese día como de deslumbramiento, como el día en el que fui consciente de la utilidad de la red, de las posibilidades que albergaba. Encontrar palíndromos (tantos y algunos tan buenos) era una tarea ardua por entonces, apenas algunos libros o algunas personas interesadas (u obsesionadas) con el tema (coleccionistas, casi siempre). Y de pronto ahí, en internet, un maravilloso saco de palíndromos al alcance de todos. Un regalo.
Fue entonces cuando comprendí que internet podía ser también un espacio para compartir y difundir conocimiento, experiencias, contenidos, etc. Y desde ese día, me sumé al grupo de quienes creyeron (y creen) que en internet hay bastante más que porno, o juegos, o pirateos.
Pero volvamos a los palíndromos que estoy hoy algo espeso.
Decía que entonces que me di de bruces con esta web (gracias a un buscador que usaba habitualmente y que se llamaba Altavista, que sigue existiendo y que supongo que alguien usará) llena de palíndromos. Y ayer, recordando todas estas cosas, me puse a buscar de nuevo y ¡oh sorpresa!, no sólo sigue existiendo esta web, sino que Víctor Carbajo ha añadido unos cuantos palíndromos más a su ya anterior excelente colección y hoy cuenta con 82.228 palíndromos en español. Ahí es nada.
Si queréis descargaros y disfrutar de una verdadera orgía de palíndromos (más allá de "dábale arroz a la zorra el abad"), no dejéis de entrar en su web.

lunes, 3 de octubre de 2011

Este blog en féisbuc

A partir de hoy, si queréis acceder directamente a las entradas de este blog sin tener que suscribiros  por email o por rss, ni tener que venir de vez en cuando aquí a ver qué se me ha ocurrido escribir o enlazar en los últimos días, podéis dar directamente al ME GUSTA que aparece en la esquina superior derecha y, automáticamente, recibiréis noticia de cada entrada nueva en vuestro perfil de féisbuc (o podéis curiosear en la página directamente).
Posiblemente, además de los contenidos del blog, también incluya algún otro enlace, noticia, novedad, etc., relacionados con la tierra oral.
Espero que esta opción os resulte de utilidad.
Saludos

Hoy en la SER, brujas

Comenzamos una temporada más con las recomendaciones de libros en la SER de Guadalajara (en el Hoy por Hoy Guadalajara, con Juan Solo y Dani). Este año hay un par de novedades. La primera, formal: voy a intentar darle una línea argumental a las intervenciones (con un tema común a todos los libros) aunque tampoco con demasiado afán, a veces las lecturas se agolpan y las novedades llaman incesantes a la puerta.
Y la segunda, de logística. Este año vamos a grabar las intervenciones y las iré añadiendo en estas entradas, siempre al final del post y por la tarde, después de haber ido a la radio. Así que ahora podéis leer el post y, en un par de horas, escucharlo a través de iVoox.
Espero que estas dos novedades os resulten de utilidad.

Hoy en los libros que llevo a la radio hablaré de las brujas, esa figura tan común en el folclore europeo y que, de alguna manera, representa a un tipo de mujer "salvaje", independiente, a veces solitaria, cercana a la naturaleza y sabia, conocedora de las virtudes de la tierra, las plantas y los animales.
Para empezar un libro que se publicó hace poco y que no debe faltar en nuestras bibliotecas, se trata de Libro de brujas españolas, escrito por Ana Cristina Herreros (nuestra amiga Ana Griot) y publicado por Siruela (con ilustraciones de Jesús Gabán, para mi gusto bastante regulares). Se trata de una selección de cuentos tradicionales recogidos en España (por toda su geografía) cuya protagonista común es la bruja.


Para continuar hablaré del libro en el que todos los amantes de la LIJ pensáis cuando se habla de brujas, se trata de Las brujas, de Roald Dahl, un clásico entre los clásicos publicado por Alfaguara y con ilustraciones de Quentin Blake. ¿Qué decir de este autor y de este libro que no se haya dicho ya? Un libro maravilloso, al que volver de vez en cuando. Y un autor extraordinario con unos textos siempre deliciosos. Ah, y si habéis visto la película, os animo a que la comparéis con el libro, especialmente en cuestiones de finales...


Nos hemos adentrado en la LIJ de la mano de uno de los grandes. Otro autor dentro del territorio de la LIJ que también resulta complejo y poco políticamente correcto es Grégoire Soltareff, que publicó en Corimbo hace unos años un álbum ilustrado titulado 3 brujas (traducción de Margarida Trias). Tres brujas nos cuenta la historia de tres hermanas que se llaman Esquelética, Escoliosis y Escoria, que vivían alejadas de todo y de todos y que un día secuestran a dos niños. El conocimiento del otro, el valor, la risa... son capaces de romper máscaras y barreras. Las ilustraciones son extraordinarias.


Pero ya que hemos hablado de cuentos tradicionales, brujas y álbumes ilustrados, hay un cuentecito bastante conocido entre los narradores (yo creo habérselo escuchado a Estrella Ortiz por lo menos hace quince años), se trata de una bruja que tiene un puchero mágico que le prepara la comida. Un día que la bruja no está el ayudante tiene hambre y pone el puchero en marcha... pero la cosa no funciona porque conoce las palabras mágicas para que salga la comida, pero no para que deje de salir, y se monta un lío de aúpa. Hay una versión maravillosa de este cuento (tan maravillosa que ganó la medalla de honor del premio Caldecott) escrita e ilustrada por Tomie de Paola, titulada Strega Nona, traducida por Ruth de Prada Castellanos y publicada por editorial Everest.


Y para terminar os recomiendo un librito de poesías de Sagrario Pinto, La casa de los días, publicado por Anaya, que contiene un delicioso poema titulado "Por qué son malas las brujas". Si queréis saberlo sólo tenéis que acercaros a este libro.



Espero que las recomendaciones os hayan gustado.
Aquí está el audio de mi intervención hoy en la emisora.

 

Saludos

PD: Estas recomendaciones en el el blog de Kuentalibros.

domingo, 2 de octubre de 2011

El viejo juez

Acabo de terminar de leer El viejo juez, un libro de Jane Gardam, traducido por Victoria Malet y Caspar Hodgkinson, publicado por Salamandra. El libro me lo recomendó Mariona de Tamarite de Litera: garantía de buena lectura.
Y así ha sido. Esta novela me ha hecho pasar unos buenos ratos de lectura (aunque también he de deciros que no es la novela de mi vida): es un libro muy entretenido, que engancha desde las primeras páginas y que nos cuenta la historia de Teddy, Eddie, Edward o Filth (muchos son los nombres que recibe el protagonista), el viejo juez que regresa de Hong Kong al Reino Unido para pasar los últimos años de vida.



Especialmente me han interesado dos cosas de esta novela, por un lado la manera aparentemente desordenada de recuerdos que se agolpan e inundan momentos del presente (del protagonista) y que creo que funciona de una manera muy cercana a la memoria real, a nuestra memoria: vínculos entre instantes y recuerdos que esos instantes nos evocan, de forma desorganizada, inesperada, a veces sobrecogedora. Esta manera de anudar recuerdos y presente del protagonista articula la novela que, a modo de patchwork (o, si me permiten un juego de palabras: patchword), nos va dando el dibujo de una vida y, sobre todo la hondura, la complejidad, que se esconde detrás del aparente anodino pasar de los días de este juez.
Una novela elaborada, como el propio protagonista dice en un par de ocasiones, a partir de la memoria y el deseo (lo que somos -hemos sido y nos hace ser- y lo que anhelamos -motor de lo que seremos).
Por otro lado me ha interesado un tema del que había leído poco: los huérfanos del Imperio. Pues sir Edward, el protagonista, lo es. Una figura histórica real la de los huérfanos del Imperio que en esta novela conocemos con toda su crudeza.
En suma, una novela interesante y muy entretenida. Si tenéis oportunidad animaos y dejaos llevar por su historia.
Un saludo.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Una fiesta de los cuentos en Barcelona

Ya está todo preparado para el 2º Munt de Mots, festival de narración oral de Barcelona que se celebrará del 15 al 22 de octubre. Este año estaré contando cuentos y dando una charla el viernes 21. Puedes ver la programación completa en su web.
Toda una fiesta de la palabra, ¡allí nos vemos!


¡Magia!

Hoy he estado disfrutando de un hermoso álbum ilustrado ¡Magia!, de Charo Pita y Madalena Matoso, publicado en OQO, en su colección O.
El álbum nos cuenta los intentos de Óscar, un niño, por conseguir que el bebé con el que está deje de llorar. El bebé llora y llora porque tiene hambre y Óscar trata de buscar algo para darle de comer.
El cuento es sencillo y su estructura interna es circular y nos evoca estructuras de cuentos tradicionales. El espacio donde la historia sucede tiene también un notable sabor a campo, a pueblo, a comunidad, un lugar donde los niños pueden circular libremente y donde los adultos saben quiénes son, un lugar confortable, habitable, a la medida de las personas, en el que los niños no pueden sentirse solos ante los problemas y las dificultades. Y también un lugar donde los niños tienen responsabilidades (cuidar a un bebé) y por eso pueden tener dificultades y necesitar resolverlas (y para eso se apoya en la comunidad).


Además de todo esto, el final me parece estupendo: ¡magia!, para que el bebé se calme es suficiente con el abrazo de su madre y la leche de su pecho. Un final que quizás muchos adultos anticipan pero que también es posible que muchos niños, lamentablemente, ignoran.
Un cuentecito delicado, hermoso, con unas ilustraciones (collage basicamente) que acompañan perfectamente al texto, en general bastante limpias (salvo en algún caso) y muy agradables para el ojo y el corazón, ese torreón rojo donde habita lo mejor de los días y donde se imprimen las emociones de la magia cotidiana de la vida.
Por cierto, un cuentecito que a ratos me ha recordado dos cuentos muy queridos por mí, Cuento para contar mientras se come un huevo frito y La cabra boba, por lo de la búsqueda y la comida ;))
Más información (e ilustraciones) en la ficha del libro en OQO.
Totalmente recomendable. Pura magia de lo cotidiano.
Saludos

jueves, 29 de septiembre de 2011

¡Tiene un libro!

Esta imagen lleva unos cuantos días circulando por las redes sociales, en el féisbuc de La biblioteca escolar ha sido una de las entradas con más éxito, así que no me resisto a compartirla en el blog, aunque me fastidia no saber nada sobre su autoría, porque digo yo que alguien la pensó y la hizo y se merece, por lo menos, que lo cite. Voy a seguir indagando, y mientras tanto, aquí va la imagen, potente y certera.


Saludos.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Morir es fácil

La línea entre la vida y la muerte es delicada, frágil, pequeña. Morir es fácil, apenas unos minutos sin respirar, un golpe en el pecho, una maniobra tonta con el coche, un mal tropiezo, un descuido... y la frontera entre estar vivo y estar muerto se cruza, como quien dice, sin sentir.
Y aunque no quería hoy hablar de la muerte física, orgánica, de la muerte de los cuerpos que nos sostienen, uno no deja de pensar que morir es fácil. Incluso cuando se trata de la muerte metafórica: también ahí (en la metáfora) la muerte resulta fácil.
Vean si no este ejemplo, un oficio como el mío, contar cuentos, un oficio antiguo acaso como el ser humano, que en el S. XX estaba casi desaparecido pero que gracias a la perseverancia, sobre todo, de bibliotecarios y maestros (y por tanto de bibliotecas y escuelas), y al empeño de cafés particulares, teatros osados, instituciones culturales interesadas, público entusiasta... ha ido resurgiendo.
El camino ha sido muy largo desde aquellas primeras charlas (en los años treinta del pasado siglo) que  Elena Fortún impartía a las bibliotecarias de Madrid explicando cómo contar cuentos y sugiriendo la posibilidad de un nuevo oficio, el de narrador de cuentos; pasando por La hora del cuento que durante años (mediados de los cincuenta hasta los setenta del pasado siglo) mantuvo a duras penas la llama de la palabra dicha en algunas, muy pocas, bibliotecas, y a cargo de narradoras como Montserrat del Amo; o llegando al movimiento de renovación pedagógica de los años sesenta y setenta que revolucionó las aulas y permitió la entrada de los cuentos por la puerta grande de la escuela (cómo no hablar aquí de Ana Pelegrín o Federico Martín).
El camino ha sido largo hasta que en la década de los ochenta aparecieron un puñado de personas, apenas quince o veinte, que hicieron de contar su oficio: se formaron, crearon su repertorio, desarrollaron técnicas y voces propias, etc. Más tarde, en los noventa, fue el bum de la narración: talleres, festivales, maratones de cuentos, circuitos estables, bibliotecas... llegando a haber a finales de los noventa posiblemente más de cien narradores en España que vivían de contar cuentos.
Y llegamos al siglo XXI, un siglo cuyos primeros años fueron de afirmación, de consolidación del oficio. Contar cuentos es ya, hoy, por fin, un oficio conocido y reconocido, hay profesionales, hay gente que ocupa mucho de  su tiempo en preparar nuevos textos, en escribir, en organizar repertorios...
Pero ha llegado la crisis.
Y la crisis está mordiendo allí donde este oficio se sostiene: la biblioteca y la escuela. Porque es verdad que hay otros espacios para contar (cafés, teatros, casas de la cultura, etc.), pero también es verdad que los pilares básicos son estos dos, la biblioteca y la escuela, son los que han reavivado la narración oral y los que han permitido que la profesión renazca.
El pasado año muchas bibliotecas, muchas, dejaron de programar espectáculos de narración oral; muchos circuitos rebajaron cachés o, directamente, dejaron de funcionar; muchas ayudas para programar y contratar narradores desaparecieron. Valga como ejemplo de todo ello la privatización de la gestión de las bibliotecas municipales de Madrid, donde el caché que ofrecen en la actualidad es exactamente UN TERCIO DE LO QUE COBRÉ LA PRIMERA VEZ QUE TRABAJÉ, HACE AHORA 18 AÑOS. No conozco a nadie que cobre un tercio de lo que cobraba en 1993 (año en el que, por cierto, también estábamos en crisis).
Y el colectivo de narradores, pequeño, disperso, no hizo apenas nada: ni una manifestación, ni un triste comunicado.
Este año en muchas Comunidades los recortes están afectando a las escuelas públicas, a la educación pública. En las escuelas hay ahora muchas cosas en las que pensar antes que en llamar a un cuentista para que venga a contar cuentos: más horas lectivas, mayor ratio, menos profesores, menos tiempo para preparar proyectos, menos presupuestos... la educación pública está siendo atacada, desbaratada, está en el punto de mira.
Y el colectivo de narradores, pequeño, disperso, no está haciendo apenas nada: ni una manifestación, ni un triste comunicado.
Es verdad que algunos narradores han hecho algo a título personal, parece también que algunas asociaciones quieren hacer algo de forma colectiva. Pero mientras unos quieren y otros se organizan y unos cuantos miran... el tiempo pasa y quién sabe si cuando por fin reaccionemos estaremos al otro lado de esa línea delicada, frágil, pequeña, que separa la vida de la muerte.
Porque también para este oficio nuestro morir es fácil.
Que no le quepa duda a nadie.


martes, 27 de septiembre de 2011

La mujer que plantaba árboles

Hay un libro maravilloso que muchos conocéis: El hombre que plantaba árboles, de Jean Gionno. Escribí sobre él hace un tiempo. Incluso he escrito en otras ocasiones sobre libros vinculados a los árboles. Son textos que nos invitan a soñar otro mundo posible en el que el ecosistema y el ser humano convivan de forma sostenible.


Pero a veces las historias se hacen hueso y carne y voluntad férrea, y entonces sucede que hay libros de ficción que se quedan pequeños al lado de personas tenaces, increíbles, enormes. Es el caso de Wangari Maathai, bióloga keniana que recibió el premio Nobel de la Paz y que plantó ¡¡47 millones de árboles!!
Os animo a que leáis sobre su vida en el artículo del obituario de ayer en El País.


También podéis leer una ficha sobre el álbum infantil Wangari y los árboles de la paz, publicado en Ekaré, en esta reseña de Ana para el Biblioabrazo.
Saludos