Estuve ayer muy entretenido tirando (parte de) un muro en el pueblo, y recordé este viejo cuento que escribí para El Decano (publicado el 21 de julio de 1998, ¡madre si ha llovido desde entonces!). No me resisto a compartirlo. Que lo disfrutéis.
ESENCIA DE LA GUERRA
Mira Pedro, piensa lo que vas a hacer, que una obra no es cualquier cosa. Que si te han dejado una viga que ni sí ni no, como quien dice medio mal puesta, pues puedes armar un zipizape de cuidado. Y no sólo por eso. Que tú y yo tenemos mujer, e hijos, y un empleo inestable, y una hipoteca leonina, y un futuro incierto. Y tú emperrado en ampliar tu casa tirando un muro de cuatro metros de tu garaje. Piensa, Pedro, que si amplías la casa tendrás que comprar más muebles, y la vida no está para gastar el dinero alegremente, que hoy en día un sofá medianillo, para dos y cojines desenfundables, lo mismo te cuesta cuatrocientos euros: ¿sabes cuantas cervecillas supone eso? Y además el sofá no vendrá solo, que traerá mesas a juego, aparadores, lámparas… y bueno, no hemos hablado de la obra, que se las trae: tendrás que hacer pared, pintar, hacer las rozas, poner suelo… y suma, suma, suma.
Me dirás que la ampliación la quieres para trastero: da igual. Un trastero es la antesala del basurero, sí, estoy cansado de repetirte que un trastero no sirve más que para trastos, y el mejor lugar para los trastos es el susodicho basurero. Además el trastero es la excusa perfecta para estar constantemente cambiando el mobiliario, o moviendo las cosas de sitio, con el agravante de ahora sube esto, baja aquello otro… Mira Pedro que no tenemos trece años, y que la vida es algo más que acumular y menear trastos.
Si a pesar de todo esto, Pedro, no te he convencido, te ruego que atiendas a mi última razón. Mira Pedro, es cierto que detrás de ese muro de tu garaje hay hueco, lo sé de buena tinta, y digo que lo sé PORQUE ESE HUECO ES MI GARAJE, así que deja de tocarme las narices y si quieres ampliar tu casa tira el muro medianero con el otro vecino y te las arreglas con él, y a mí me dejas dormir en paz y no pensando que ese ruidito de las ocho de la mañana del domingo es la invasión que llevas tanto tiempo planeando.
Un saludo, tu vecino.
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