Una de las cosas que hice en San Luis fue contar a un nutrido grupo de alumnos de secundaria. Serían unos doscientos los que llegaron al anfiteatro de la universidad con esa cara con la que llegan los adolescentes a los espectáculos de cuentos ("a mi edad y con cuentos..."). Sin embargo fue empezar a contar La Cándida y el molino viejo y en apenas tres minutos el grupo al completo respiraba (respirábamos) unánime cada palabra. Fue esta una de las sesiones más gozosas de toda la gira americana que voy realizando a lo largo de estos 45 días. Emocionante de verdad. He vuelto a contar este espectáculo y el de La casa del forestal en estos días (he contado mucho a secundaria y poco a primaria y apenas nada a infantil), y ambos espectáculos han propiciado siempre buenos momentos con el público (son dos textos que funcionan perfectamente con estas edades). Pero esta función fue especialmente emocionante, especialmente alegre, especialmente feliz.
El equipo que organizó el festival (Daiana, Sandra y Vatto) contó con la ayuda de una estupenda fotógrafa, Yamila Yam, quien pudo hacer algunas fotos para recordar ese espectáculo. De hecho le pedí a Yamila que me hiciera alguna foto desde atrás para que se pudiera ver también al público. Creo que han quedado unas fotos estupendas, aquí os las dejo (si hacéis click en ellas podréis verlas más grandes).
Sandra está dando la bienvenida y presentándome.
Comienzo a contar.
La historia va avanzando.
Tan relajado contando.
Al terminar, con agua y asiento, conversando con los chavales.
Qué publico maravilloso. Qué función gozosa. Qué buen recuerdo.
Saludos
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