En Fraga tuve cuatro funciones, dos de ellas para público infantil y familiar y otras dos para público adulto. Las familiares fueron en Chalamera y en la biblioteca pública Gianni Rodari de Fraga. En las dos hubo mucho cuento y muchas ganas de pasarlo bien. La de Chalanera fue bien divertida, llegué allí acompañado de Noelia (la responsable de Comarca) y de Tània, compañera de oficio, y después de preparar el lugar para contar llegaron los nueve niños del municipio, un buen puñado de personas mayores, los profesores, el cura, la alcaldesa y demás gente interesada del lugar. Compartimos una función familiar en el sentido más amplio del concepto y vivimos algunos momentos algo surrealistas. Fue una de esas funciones en la que los cuentos hacen de pura argamasa para la comunidad.
La otra función familiar, la de Fraga, fue en una biblioteca que conozco bien, la Gianni Rodari, que siempre se llena para escuchar cuentos: niños y niñas de todas las edades, madres, padres, abuelas, gente curiosa, aficionados a contar, incluso narradores de ATADES... no cabía un alfiler. Allí pasamos una tarde al calor de los cuentos, con buenos ratos y momentos bien divertidos.
Foto de Rosana Bagués en la biblioteca Gianni Rodari
Donde quería yo detenerme un punto más es en las funciones de adultos. Tanto la de Zaidín como la de Fraga (que fue la que clausuró la V edición del FragaTCuenta) fueron especialmente desopilantes y ricas (de ese tipo de funciones en las que el público te regala un hallazgo tras otro). Y quiero explicar qué trato de decir cuando hablo de hallazgos en los cuentos (situaciones, descripciones, partes... que ¡no conocíamos y que de pronto aparecen en la narración de la historia!).
Cuando contamos hay una especie de desdoblamiento de la persona que está en la escena, voy a tratar de explicároslo poniéndome como ejemplo: por un lado está (1) la persona que soy, es decir, Pep Bruno, con mi mochila de experiencias vitales, cosas que sé (y que no sé), trayectoria, etc., es decir, la persona que soy en la vida; por otro lado está quien eligió y preparó esas historias (fuera de la escena, que trabajó mucho buscando y organizando esa función), que es quien, además, está pendiente de que la función transcurra como estaba prevista, a este primer desdoble lo podemos denominar (2) el cuentista; y por último nos encontramos con la voz que narra, que es quien está contando la historia y quien maneja todos los elementos de la misma: trama, personajes, acciones, estilo, etc., a este segundo desdoble lo podemos denominar (3) el narrador.
Foto de la cuenta oficial de Twitter del Ayto. de Fraga
Lo que ocurre en funciones como las vividas en Fraga estos días donde el público se deja contar o directamente viene con hambre de cuentos y no sólo está cómodo, sino que tira de las historias y por tanto tira de la lengua del narrador, es que el narrador se monta sobre el cuento y afloja las bridas para que el cuento vaya cabalgando a su sabor (mientras el público lo demande), y en ese dejarse llevar van surgiendo momentos y hallazgos inesperados o desconocidos (ya sea en la misma historia ya sea en la forma como ésta es contada). Mientras esto hace el narrador, el cuentista está pendiente (1) del público (confirmando que tira y demanda historia, que sigue interesado en lo que ocurre y se cuenta), (2) del cuento (para que no se salga de madre o tome algún derrotero que lo saque de su estructura fundamental y se desbarate; para que no se desfigure en este paseo fuera de sus cauces habituales; para que la trama siga manteniendo una tensión narrativa que mantenga al público pendiente; para que no pierda brillo y siga siendo el verdadero protagonista del hecho narrativo...), (3) del narrador (para que no se emborrache de público y utilice la historia para su propio lucimiento, es decir, para que no deje de tener al cuento en el centro de todo). Y, a todo esto, en el mismo escenario de vez en cuando aparece Pep Bruno, la persona, que se asombra o disfruta o se ríe (igual que le ocurre al público) con algunos de los hallazgos que de pronto suceden en ese momento, en ese contexto, en ese cuento.
Foto de Laura Navarro
Estas cosas son, desde mi punto de vista, las que ocurren cuando nos encontramos con un público que tira del cuento. Y esto es lo que me pasó estos días en Fraga y en Zaidín.
Es interesante señalar las diferencias entre ambas funciones a pesar de todo: mucho del público de Zaidín iba a escuchar cuentos para adultos por primera vez, aun así, se sintieron cómodos desde los primeros compases del primer cuento, se dispusieron a dejarse contar y, en seguida, empezaron a tirar de la historia; y así ocurrió que una función de una hora y cuarto llegó casi a la hora y media de duración. El público de Fraga sin embargo era público versado en esto de la palabra dicha, muchos traían un gran bagaje como escuchadores de historias (cinco ediciones de FragaTCuenta y muchos años previos jalonados con actividades de narración oral en el municipio dan buena cuenta de este asunto). El público de Fraga (y, por cierto, de otros lugares que vinieron para escuchar cuentos, lugares tan alejados como Caspe o Zaragoza –gracias Mario, Aurora, fue un lujo teneros entre el público) llenó la sala (había incluso gente al fondo de pie durante toda la función) y vino dispuesto a escuchar cuentos y a pasarlo bien: querían entrar en tierras de ficción desde el primer minuto. Por eso una función que solía durar una hora y cuarto llegó casi a las dos horas: porque el público así lo quiso y el narrador se dejó llevar por ello y el cuentista dio su consentimiento. Y el Pep lo gozó de lo lindo, porque esto es, literalmente, un festín para los amantes de la palabra dicha. Un regalo. Y eso es lo que fue Fraga para mí en estos días: un regalo.
Foto de Alcaldía
Foto de Pili Espada
Y por supuesto quiero agradecer a las bibliotecarias de Fraga: Ana Barrafón, Rosana Bagué, Pilar Mir y Elena Palau, que son la verdadera alma de este evento que nació hace cinco años de la mano de Carmen Querol.
Antes de terminar de hablar de Fraga quería enlazaros aquí esta entrevista que Lucía Aresté me hizo para Radio Fraga.
Pero esto no ha sido todo. Ayer sábado estuve contando cuentos al amor de la lumbre en Murillo de Gállego dentro del programa Cosecha de Invierno organizado por Hoya de Huesca/Plana de Uesca (mira, aquí tienes la noticia de esta propuesta de narración en el blog del programa). Esta actividad gozosa fue soñada por Sandra Araguás y consistió en habilitar tres espacios para contar en casas particulares del municipio que tenían chimenea. Y allí estuvimos Sandra (folclorista y narradora), Nacho Pardinilla (sabio y extraordinario comunicador) y yo mismo, contando historias a tres grupos que iban rotando entre los tres espacios.
Autofoto justo antes de empezar
Tuve la suerte de estar en casa de Mapi contando, un lugar estupendo que olía a bizcocho recién hecho y desde el que se puede disfrutar de una hermosa vista de los Mallos de Riglo. Los tres grupos (organizados por edades) fueron pasando entre las 19,30 y las 21,30 horas y pasamos un rato feliz de cuentos alrededor de la lumbre. Qué cosas tienen los cuentos tejidos al amor del fuego, da la sensación de que saben mejor, de que suenan mejor, de que se encuentran muy cómodos danzando entre las lenguas de fuego (y la lengua del narrador y las orejas de los escuchadores).
Saludos
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