Este libro contiene siete microlibros de microcuentos. Es un festín de ficción breve, luminosa y brillante. Una lectura deslumbrante desde los primeros a los últimos textos (o textículos). Y que conste que estos halagos no vienen dados porque en el libro haya alguna referencia a la narración oral que, por si lo dudan, voy a traer aquí ahora mismo:
"Ancestralmente inhábiles para la caligrafía, poca y confusa literatura nos legaron esos años. Apenas un puñado de leyendas rimadas, algún que otro estribillo. Durante cierto tiempo, la humanidad no conoció otra distracción que los trovadores, los cuentacuentos y el sexo conyugal.
Para los pesimistas, aquella fue una segunda y fugaz Edad Media. Para los optimistas, fue la Edad de Plata de la cultura oral." (p. 125)
No, no es por eso que insisto recomendando este libro. Ni tampoco porque el cuento "Estar descalzo" (p. 17) fuera el que elegí para preparar, oralizar y contar en aquel encuentro con Neuman y que luego analizamos el autor y yo mismo tratando de mostrar las diferencias entre lo oral y lo escrito en asunto de cuentos.
Tampoco lo traigo aquí porque el propio Andrés hiciera que el público se fuera del lugar con el corazón alegre y las carcajadas resonando en el Gil-Albert tras la lectura en voz alta de una selección de sus "Vidas instantáneas".
Ni tampoco vuelvo a insistir en su recomendación porque incluya un par de dodecálogos para cuentistas en uno de cuyos puntos se afirma que (XI): "Todo cuento es oral en primer o segundo grado.", aunque reconozcamos que sólo por esta cita ya merece estar aquí este libro.
Foto de Raquel López
No, el motivo de que insista en que se asomen a las páginas de este libro es porque contiene un buen puñado de cuentos extraordinarios escritos con una prosa deliciosa que les van a dejar el ojo y el corazón regalado. Acérquense a este libro, léanlo. Disfruten.
Saludos
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