José Luis, el alcalde contó el primer cuento a las seis de la tarde y después Aurora contó una tanda de cuentos para ir entrando en calor. Luego fue el turno de las familias, clubes de lectura, narradores espontáneos... y entre ellos Aurora y yo íbamos contando algún que otro cuento.
A las nueve de la noche llegaron mis chicos del SanI, a ver, no son mis chicos, son mis chicos FAVORITOS del IES San Isidro, una panda de chavales con muchas ganas de contar y escuchar cuentos con los que llevo compartiendo historias y talleres desde hace dos años (mira, por ejemplo aquí cuento algo, y aquí también). Entre Mar (y su irreductible pandilla de profes) y Eva (bibliotecaria, ay, ahora jubilada) han conseguido que haya un grupo de chavales estupendos que se juntan un viernes al mes en La Casita de los Cuentos "Eva Ortiz" para contar y escuchar. Es tan maravilloso lo que han conseguido hacer a través del Pasaporte Cultural y de sus empeños personales, tan maravilloso, que no he visto nunca, en ningún lugar de los muchos por los que he pasado con mi mochila de cuentos, nada ni remotamente similar a lo que allí sucede.
Desde las nueve de la noche hasta las tres y media de la madrugada estuvimos allí contando y escuchando cuentos: éramos un puñado de jóvenes fantásticos, unas cuantas profesoras tenaces, alguna bibliotecaria tenaz también y dos cuentistas felices, muy felices. Bueno, no solo dos cuentistas, también estaba Isabel Torres y más tarde, después de contar en sus respectivos maratones viajeros, se pasaron a contar Pablo Albo e Inés Bengoa, vinieron a poner su granito de arena para que este Maratón resultara inolvidable para el público.
Y a eso de las tres y media, cuando el técnico de luces y sonido dijo que había que ir terminando, nos hicimos esta última foto ¡mientras hacíamos planes para quedar otro día y seguir contando y escuchando cuentos!
Qué queréis que os diga, esto es pura felicidad para mí.
Saludos
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