Volver un año tras otro al mismo instituto es una fiesta pero también es una responsabilidad, sobre todo porque es necesario ir renovando repertorio, encontrando buenos cuentos para contar a chavales ávidos de historias. Porque eso es lo que pasa cuando se programa narración de forma habitual, que el público quiere más y mejor, no vale cualquier cosa (en realidad nunca vale cualquier cosa, pero cuando además vas teniendo un público con músculo en la escucha de historias, hay que afinar bien en lo que eliges para contar).
Hoy y mañana he recuperado dos funciones que conté hace cuatro o cinco años (afortunadamente los chavales van cambiando y no hay que olvidar esta máxima –tan acertada– de la narración: siempre resulta más fácil cambiar de público que de repertorio), pero ya estoy pensando en la propuesta (nueva) para llevar el próximo año. De hecho no es que la tenga pensada, es que ya la tengo preparada (con su guion y tras haberla contado entera en varias ocasiones en mi cocina de cuentos), y voy a dedicar estos meses para pulir y rodar el espectáculo.
Os doy algún detalle para que veáis cómo ha sido el proceso.
Llevo muchos años pegado a la mitología clásica: la he leído, estudiado, contado en muchas ocasiones en casa (y en algún momento en alguna función)... incluso conté un mito cada semana durante un año en radio SER Castilla La Mancha. Pero nunca, al menos hasta ahora, había preparado un espectáculo completo de mitología para secundaria. Y hace tiempo que tengo muchas (pero muchas) ganas de hacerlo y ya va siendo hora de ponerme con ello.
Después de leer y releer notas y pasajes traté de organizar un itinerario concreto, una historia central que sirviera de hilo conductor de todo el espectáculo. El problema de los mitos (al menos para mí) es que cada mito se ramifica en otros mitos que a su vez enlazan con otros... y dan ganas de perderse por los hilos posibles y viajar por este laberinto de historias con lo que eso tiene de aventura, pero también con lo que eso puede significar en cuanto a dispersar la atención del público.
Me gusta pensar que un aedo, un narrador de la Grecia Clásica, iría enlazando de manera natural unos mitos con otros, quizás apoyándose en un personaje que en un primer mito era secundario y luego, en un segundo mito, pasaría a ser central; o poniendo como excusa un lugar o un hecho similar para ir saltando de un mito a otro... Creo que esta es una propuesta adecuada para contar varios mitos y, por lo tanto, el planteamiento con el que trato de articular el espectáculo consiste en centrar la historia sin, al mismo tiempo, dejar de urdir tramas secundarias.
Foto Miguel Bruno
Y eso es lo que he intentado. Tras muchas horas de trabajo, de lectura y relectura, de toma de notas (y tachar y volver a escribir)... he ido organizando un mito central que se sostiene por varios mitos (de sus protagonistas y secundarios) y ya tengo algo más de una hora con un primer mito estructurado y listo para contar. Además he pensado una manera para incluir otros mitos más (secundarios: es decir, relacionados con el central pero no relevantes para su desarrollo) a las narración, dando al público la posibilidad de decidir si quiere o no que los incluya (alguno, varios o todos), aunque, claro, esta parte no sabré si funciona como pienso hasta que no empiece a contar el espectáculo con público.
Mi idea es elaborar de esta manera al menos otros dos o tres largos mitos más, lo que me permitiría preparar dos o tres espectáculos completos y distintos, englobados bajo un mismo título ("Mitologías"), igual que hice con "Viejos cuentos de nuevo" (que tiene unas tres horas de cuentos tradicionales).
Ya os iré contando cómo va yendo todo en este año (de cocina) y cómo avanza el proyecto que es, os lo aseguro, un pequeño sueño hecho realidad, y que espero que en los primeros meses de 2018 pueda estar ya funcionando.
Saludos
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